Los revendedores de sellos han convertido esta práctica en un negocio lucrativo, aprovechando la escasez que hay de los mismos y el hecho de que muchas personas no tienen acceso a internet para comprarlos. Esto ha provocado preocupación entre los cubanos, quienes ven con desconfianza las nuevas medidas implementadas por el gobierno para facilitar la compra-venta digital.
Es una realidad que el negocio de los revendedores se ha vuelto tan ilícito como público. Estos individuos han encontrado la forma de obtener beneficios a través del mercadeo ilegal y abusivo, sin importarles las consecuencias para quienes compran sus productos.
No solo hay personas que recurren a Facebook o Telegram para comprar estos sellos, sino también aquellas que acuden a conocidos “catres” donde se expende lo mismo un jarro que un tubo de cola loca. Lo cual es preocupante porque no hay control sobre quiénes son los vendedores ni cuál es su procedencia; además muchas veces ofrecen precios exorbitantes e incluso falsificaciones siendo impunes ante la ley.
“Algunos se trasladan hasta provincias vecinas para adquirir los sellos impresos, otros marcan la cola varias veces y muchos les pagan a terceros para que hagan fila de unidad en unidad para comprar, primero, y revender, después”, denuncia la periodista Dayamis Sotolongo en Escambray.
Entre los insólitos precios de reventa de sellos en Cuba el citado medio pone estos ejemplos: “600 pesos los sellos de 5 pesos; 1 000 pesos los de 500; 2 500 pesos los de 1 000 y hasta 5 000 pesos los de 500 y los de 1 000”.
La entidad encargada de comercializar los sellos, Correos de Cuba, justificó inicialmente la escasez con “la falta de papel para fabricarlos”. Más tarde alegaron que no estaban preparados para satisfacer la gran demanda por parte del público cubano. Estudios realizados demuestran que los estudios realizados sobre el mercado y las reservas previstas han sido superadas varias veces por esa misma demanda.