Después de insistir por un buen tiempo con sanciones, reproches y presión extrema, Estados Unidos comenzó a flexibilizar su política hacia quizás su mayor antagonista durante las ultimas seis décadas: Cuba.
Washington anunció por separado esta semana que aliviaría sus restricciones para viajes y remesas a Cuba. Las medidas son limitadas y están lejos de suponer una normalización de las relaciones de EE.UU. con el gobierno cubano.
Pero sí resulta evidente el giro que la Casa Blanca de Joe Biden busca darle a la estrategia de mano dura diseñada por el anterior presidente Donald Trump para la mayor de las Antillas.
Y detrás de este cambio hay varios motivos, según expertos.
Los anuncios de Washington surgieron mientras el gobierno de Biden se prepara para organizar la novena Cumbre de las Américas el mes que viene en Los Angeles.
La antesala del cónclave está signada por pugnas y un riesgo de boicot de algunos presidentes por la probable exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, países a los que EE.UU. ha sugerido que dejaría fuera por considerarlos autocráticos.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha condicionado su asistencia al encuentro a la participación de esas tres naciones, una postura que también asumió su homólogo boliviano, Luis Arce.
Otros líderes latinoamericanos que prevén asistir a la cumbre también pidieron que todos los países de la región sean invitados.
EE.UU. ha respondido que aún debe tomar la decisión final sobre los invitados y abrió un diálogo con López Obrador sobre su reclamo.
En el gobierno de Biden niegan que esta polémica por la cumbre tenga alguna relación con los cambios de política hacia Cuba y Venezuela.
«El momento de esto diría que está completamente separado de lo que ha dicho el presidente mexicano respecto a Cuba», sostuvo un alto funcionario de EE.UU. al explicar el martes a periodistas el alivio de sanciones a Venezuela.
Señaló además que el gobierno de Biden llevaba meses preparando su nueva política hacia Cuba, que autoriza vuelos comerciales a ciudades de la isla más allá de La Habana y suspende el límite de US$1.000 por trimestre a las remesas.
Sin embargo, algunos analistas observan un vinculo claro entre estos cambios y las críticas de la región a la Cumbre de las Américas a celebrarse del 6 al 10 de junio.
«Es una muestra de que la administración Biden no quiere llegar a la cumbre con las manos vacías», dice Cynthia Arnson, directora del programa latinoamericano del Wilson Center, un centro de análisis independiente en Washington, a BBC Mundo.
Y agrega que el objetivo de la Casa Blanca es mostrar diferencias con el gobierno de Trump en las políticas sobre Cuba, Venezuela y la migración, en medio de las dudas sobre los compromisos que se lograrán en la cumbre.
De hecho, muchos anticipaban que Biden aliviaría las restricciones impuestas por Trump a Cuba y Venezuela poco después de asumir en enero de 2020, pero diferentes razones demoraron el cambio.
Pese al afloje de las restricciones a Cuba y Venezuela, los analistas consideran improbable que Biden invite finalmente a ambos países al cónclave de Los Angeles.
En esto también pesan razones de política doméstica: la presencia de autoridades de cubanas o venezolanas en EE.UU. provocaría rechazos internos a meses de las elecciones de mitad de período en noviembre.
Los cambios anunciados esta semana por Washington fueron criticados no solo por opositores republicanos, sino también por demócratas como Bob Menéndez, que preside el poderoso comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU.