Al norte de la provincia de Villa Clara, existe un poblado llamado Isabela de Sagua, que fue antiguamente un puerto pesquero y donde aún se conservan como tesoros barcos llamados «fantasmas». Entre todos estos hay uno que es especialmente conocido. Se trata del buque griego Nikolis, el cual sigue intrigando y sorprendiendo a los visitantes que llegan a conocerlo…
Anteriormente Liberty, fue creado en Estados Unidos con el objetivo de sustituir a los no pocos que naufragaron durante la Segunda Guerra Mundial. El pronóstico inicial de su duración sería de unos 5 años, pero al terminar su vida útil en explotación, el tiempo que estaría en uso superaría las expectativas.
El 14 de febrero 1967, luego de una larga travesía, el buque griego Nikolis llegó a las costas cubanas. Azotaba un frente frío con vientos del nordeste causante del deterioro atmosférico. Nadie imaginó que aquella mole negra y blanca, dotada de un cintillo amarillo en el circular superior de su chimenea, silenciara las máquinas en este sitio para cumplir su ultima travesía…
El barco venía vacío, para transportar un cargamento de azúcar comprado en Europa.
Algunos testigos de su llegada, cuentan que rápidamente un remolcador pequeño fue a recibirlo, pero el hombre al mano del timón del buque comenzó a hacer maniobras «extrañas», opuestas a todas las normas internacionales para salir de situaciones embarazosas.
El Nikolis M permaneció allí hasta el 22 de febrero por la noche, y su tripulación estuvo a bordo varios días. Sin embargo, sus dueños dijeron que había sufrido «severos daños» durante el tiempo que estuvieron en aguas cubanas, por lo que la mejor opción era dejarlo enclavado allí mismo.
Tiempo después se supo que la realidad era que el buque estaba en mal estado desde que inició su ruta hasta la Isla, por lo que sus dueños decidieron aprovechar la oportunidad para «darle de baja» y cobrar al seguro por los daños. Algunos expertos cubanos que subieron al Nikolis comprobaron que habían quemado las calderas y hasta los tubo secos transmisores del vapor a las máquinas mostraron un buen derretido.
En medio de los fuertes vientos, y auxiliados por un remolcador, lograron trasladar el Nikoli a áreas de los cayos de la Enfermería, donde finalmente se fue a pique. Se necesitó de abrir varios orificios en su casco y un trabajo arduo de 15 días para reflotarlo de nuevo.
Acumuló 7 metros de agua en la bodega de popa, unos 4 metros en el cuarto de máquina, otros 2 metros en los departamentos de proa. Necesitó equipos de diferentes lugares. En medio de estas acciones un obrero de la Empresa Mambisa, que fungía como buzo, sufrió una herida considerable en un pie. El buque recibió numerosos servicios. Los griegos pagaron 22 mil dólares, y otra parte… en deuda eterna…
Sus tripulantes permanecieron en Cuba unos dos meses. Sumaban de 28 a 30 hombres. Una parte marchó primero. Todos desde La Habana por vía aérea. Quedaron el capitán, el sobrecargo, el jefe de máquina y el primer oficial. Este último deseaba trabajar en Cuba pero no le fue posible.
Al parecer el Nikolis no quería morir. A tal punto que el remolcador R-25 de Nuevitas lo dejó en una posición inversa a la actual. La proa miraba hacia el cayo; sin embargo, pocos días después el paso de una turbonada le hizo girar 180 grados. Desde ese momento la popa se dirige al cayo para sentenciar su agonía final.
Los especialistas insisten es que es bastante raro que el buque aún se encuentre a flote y no le pronostican mucho tiempo más antes de ser tragado por las aguas…