Un pez diminuto llamado Tetí es arrastrado desde altamar hasta Baracoa en el cuarto menguante de la luna durante los meses entre julio y enero.
El Tetí es un exquisito manjar que solo puede degustarse en Baracoa. Este pequeño pececillo endémico se arrastra en las profundidades de mar abierto y vuelve hasta la bahía del oriente cubano al ser atraído por el agua dulce de los ríos que allí desembocan.
Desde lo profundo del mar, el cardumen de pececillos sube por las desembocaduras de los ríos, especialmente los caudalosos Toa, Duaba y Miel, nadando contra la corriente de aguas dulces.
Con sus apenas dos centímetros de longitud y cuatro milímetros de ancho, a este transparente y minúsculo pez resulta imposible pescarlo con redes. Se capturan con una malla muy fina o usando una sábana que deja correr el agua y retiene a los peces.
La forma tradicional en que se come el Tetí en Baracoa es añadiéndoles sal, limón, y cocinándolos durante 5 minutos en aceite caliente. Los cocineros más experimentados aseguran que no se debe removerlos durante la cocción para para que no se rompan.
Existen otros platos con el Tetí como protagonista. Puede consumirse en frituras, con leche de coco, en enchilado, con arroz, con mojo criollo y seco con limón y picante, entre otras muchas recetas.
El teti es un misterio. Es un pez pequeñito, muy místico y muy listo. Rápidamente desaparece del paisaje y se escabulle no se sabe adónde. Salta sobre la superficie y solo se le ve cuando ya va a desaparecer de la vista.
La pesca del Tetí se considera una especie de tradición cultural en la zona orienta del Cuba. En ella, participan varios pescadores y cada cual desempeña una función específica. Unos se encargan de los faroles para iluminar, otros utilizan la sábana para atraparlos, mientras otros se encargan de la transportación y su comercialización con inmediatez.
Es por esto que este es uno de los pocos pregones que se alcanza a escuchar en horas de la madrugada. Se vende en la ciudad de Baracoa utilizando la medida de la lata de leche condensada.
Cuando la corrida pasa por las calles de la ciudad, comienza a escucharse el grito del pregonero, con su inconfundible gracia popular, solo es posible escucharlo en Baracoa: “¡Traigo Tetí fresco, muy fresco mi tetí…!”
Quien lo quiera comer no se puede quedar dormido…