Viajar a los Estados Unidos desde Cuba, antes de la Revolución, era algo tan sencillo como coser y cantar.
El Ferry, por el precio de 30 dólares, permitía viajar con su carro o traer uno o varios de Miami. Este era un negocio altamente rentable, comprar autos usados y llevarlos a Cuba, eran carros de poco uso, en excelente estado y muy baratos.
El tramo de la Vía Blanca que comprende desde la ciudad Deportiva hasta el comienzo de Santos Suárez, el llamado Puente de Agua Dulce, se encontraba abarrotados de carros usados en venta que habían sido traídos desde Estados Unidos. No pocos soñaron en aquel tiempo comprarse un Ford al que había que pasarle un poco la mano en tan solo 50 pesos. Pero por 200 o 300, era posible adquirir un auto en muy buen estado y casi nuevo.
La Empresa norteamericana Taylor era quien operaba el Ferry City of Havana, el cual tenía capacidad para transportar unos 500 pasajeros por viajeque pagaban $30.00 (pesos cubanos o dólares) por viaje en un solo sentido incluyendo cabotaje. Por supuesto que de cabotaje iban autos varios; hasta 125.
La frecuencia de viajes Habana-Cayo Hueso era: Lunes, miércoles y viernes hasta Cayo Hueso (Key West)- de 10 am a 4 pm los martes, jueves y sábado hasta La Habana de 10.00 am a 4.30 pm.
La embarcación atracaba en el embocadero Hacendados, ensenada de Atares, en la bahía de La Habana. Una vez allí, los viajeros montados en sus autos cruzaban una rampa especial e inmediatamente paseaban libremente por las calles de la capital cubana. Lo mismo sucedía en Cayo Hueso, donde una antigua terminal de ferris fue reacondicionada para cubrir ese atractivo trayecto.
Los camarotes del Ferry tenían aire acondicionado, al igual que resto de las instalaciones. Además, contaba con algunas boutiques de ventas de souvenirs, joyas y otras mercancías en el lobby del crucero.
La tripulación del City of Havana era multinacional, capitaneada por un oficial noruego, con un primer oficial español, y uno cubano. Habían dos timoneles, un radio-operador, cuatro veladores, y un grupo de marineros. Un conjunto musical hacía sus actuaciones durante el viaje. Como parte de la recreación, en una ocasión actuó en el Ferry Ernesto Lecuóna que se hacía acompañar por un tenor.
Un dato curioso es que el City of Habana, además del traslado de pasajeros, contaba con no pocas promociones de hoteles y otros sitios de interés turístico.
Hubo otro Ferry, de carga y pasajeros, el City of Key West, que era pequeño, y el buque Florida solo para acarreo de turistas, más estilizado, de color blanco.
Un pasajero que ocupó la atención de la servidumbre del Ferry, lo fue el joven Bobby Fisher, que vino a Cuba en el 1956 cuando tenía unos 13-14 años para un certamen de demostración de ajedrez. Bobby jugó todo el tiempo de la travesía con un tablero imantado en la cubierta del Ferry. Lo acompañaba un señor, al parecer de origen ruso, quien fungía como su instructor.
El Ferry funcionó hasta Octubre de 1962, cuando realizó su ultimo viaje de regreso a Estados Unidos llevando consigo al personal diplomático de la embajada estadounidense en Cuba y sus automóviles.