En la calle Águila esquina a Malecón, en la barriada de Colón, la zona de tolerancia más importante de la Habana de 1875 nace Félix de la Caridad Carvajal y Soto, más conocido como el “Andarín Carvajal” es un humilde atleta cubano, participante en los Juegos Olímpicos de Saint. Louis 1904 en la prueba de maratón.
Desde que era tan solo un niño tenía predilección por andar corriendo de aquí para allá detrás de los quitrines y caballos en San Antonio de los baños. Nadie podía correr a la par suya ni mantener su “tren” de carrera.
Con 14 años logra ganar su primera carrera importante contra el español Mariano Bielza. En aquella ocasión, comenzaron desde las 9 de la mañana a darle vueltas al parque del pueblo y a las cinco de la tarde el español abandonó la competencia ya casi sin fuerzas ni para mantenerse en pie. Carvajal, por su parte, siguió corriendo durante dos horas más.
Con el inicio de la Guerra de Independencia en 1895, se convierte en correo de los mambises. Sus prodigiosas piernas llevaban y traían mensajes hasta que tuvo que salir huyendo hacia Tampa, por el alto riesgo de caer en manos del enemigo.
Cuando acaba la guerra se traslada a La Habana, donde llega a trabajar como cartero, mandadero y hasta portero del Hotel Inglaterra, pero nunca abandonó lo que de verdad le quitaba el sueño: las carreras.
Andarín Carvajal se mantiene participando en eventos deportivos, llegando a cosechar más de 57 trofeos, los cuales quedaron registrados en la edición del 10 de junio de 1916 el Heraldo de Cuba.
La tercera Olimpiadas de la era moderna se celebraba en 1904 en Saint Louis, Missouri, la cual para muchos era la oportunidad perfecta para que el gran Andarín cubano alcanzara la fama internacional.
El problema era que Félix no tenía manera de costearse el viaje, pero aquello no lo desanimó y se colocó un pulóver que decía: “Coopere con un atleta que quiere participar en las Olimpiada de Saint Louis».
Su empresa tuvo éxito y logró juntar el dinero y con el tiempo justo llegar e inscribirse como participante. Sin embargo, tan solo tenía sus botas de cartero y sus pantalones, de lo que se burlaron abiertamente el resto de los competidores. Alguien le ayuda a cortar los pantalones para que tuviesen un aspecto deportivo y así se lanza Andarín a la carrera, llegando a coger tal velocidad que cuando se encontraba cercano al kilómetro 15, su más cercano contrincante estaba por el kilómetro 10.
Pero el Andarín no había comido desde que salió de Cuba y estaba a punto de desfallecer, por lo que encontró un manzano y tomó cinco frutos que se comió en plena carrera, lo que le causó un gran dolor estomacal, diarreas y vómitos, por lo que tuvo que parar tres veces. Al final por esa causa terminó en el quinto lugar.
Con aquel bocado pensó que tendría energía suficiente para llegar a la meta, pero lo que le sucedió al pobre estaba muy lejos de lo que pudo haber imaginado. De repente le comenzaron unos fuertes dolores de estómago y se vio obligado a detenerse en tres ocasiones para “resolver el problema”. Al final, por la flojera en el estómago, terminó en la quinta posición de la competencia.
Al final se le asignó el cuarto lugar, pues el primero en llegar a la meta, Fred Lordz, es descalificado al comprobarse que hizo parte del trayecto en auto. Sólo 14 de los 32 participantes lograron culminar la carrera, y todos bien entrenados, con buena alimentación y preparación, pues eran griegos, norteamericanos e ingleses.
En 1928 ya con 53 años logra la proeza de darle 4375 vueltas a la Manzana de Gómez, en La Habana, y dos años después cubre 2300 kilómetros por carretera entre Guane (Pinar del Río) y Santiago de Cuba. Creo que esto no lo ha hecho nadie en Cuba.
Como ocurre con grandes figuras, fallece en la miseria en una rústica casucha bajo el puente de La Lisa, un barrio marginal de La Habana, el día 27 de enero de 1949, pero su hazaña no fue olvidada nunca por los cubanos.