El Polski Fiat 126p para los cubanos, es un “polaquito” de toda la vida. Este pequeño carro de gama baja posee el tamaño de un refrigerador y la potencia de su motor supera levemente la de una cortadora de césped.
En la Isla, donde el valor de los autos sigue siendo un tema bastante polémico, los polaquitos son una especie de tesoro para sus orgullosos dueños.
En un país en el que el salario ronda los 30 dólares al mes, el acceso al combustible depende de la “coyuntura” y el precio de la gasolina se encuentra entre los más altos del mundo; el ser el propietario de un polaquito tiene enormes ventajas por lo económicos que son.
El polaquito originalmente suma apenas 24 caballos de potencia, aunque este valor suele verse afectado por los mil y un inventos mecánicos. En Cuba, su precio es bastante más bajo que algunos otros modelos importados del ya desaparecido campo socialista y los clásicos americanos, pero excesivamente caro con respecto al precio de los autos fuera de la Isla.
Fabricados en Polonia, los Fiat Polski 126p fueron concebidos para que la población pudiese tener acceso a un auto de bajo precio en un país donde poseer un automóvil se consideraba un lujo. Como es sabido, el 126p fue la elección de FIAT para sustituir su famosa versión del 500, de 1957, desgastado por años de permanencia en el mercado. Fue presentado en el Salón del Automóvil de Turín, en 1972, y estilísticamente deriva del concept car «Taxi City» realizado por Pío Manzú, en 1968.
Gran parte de los polaquitos que llegaron a cuba, lo hicieron durante los años que la mayor de las Antillas formaba parte del CAME.
Actualmente en Cuba se encuentra registrados aproximadamente 10.000 polaquitos, aunque una parte de ellos no se encuentra en condiciones de rodar. El motor siempre ha sido un dolor de cabeza para sus dueños, ya que llega a calentarse tanto que es muy común ver circular a estos autos con la portezuela trasera abierta para que pueda salir el aire caliente al exterior.
Los mecánicos autodidactas que han logrado mantener operativos los autos clásicos estadounidenses durante décadas, ahora usan su talento en estos pequeños artefactos de la Europa del Este que equipan con suspensiones más fuertes, motores más potentes e incluso sistemas de sonido de alta potencia y nueva tapicería.
Para quienes visitan la Isla, estos autos resultan casi tan atractivos como los clásicos americanos. Por razones obvias no son la mejor opción para dar un paseo, pero no son pocos los que no dejan pasar la oportunidad de tomarse una foto junto a ellos cada vez que se los tropiezan en las calles.