De las calles de Cuba a lograr un importante empleo en la NASA

Luisa del Llano

De las calles de Cuba a lograr un importante empleo en la NASA

El medio independiente DIARIO DE CUBA entrevistó recientemente al joven cubano que después de un asolador proceso migratorio, dio a parar con un importante empleo en la agencia estadounidense NASA.

Antonio Macías Cañizares es un ingeniero que solía vivir hasta hace una década con su madre, Milda Cañizares, en la azotea de la casa de sus abuelos paternos, aunque el muchacho nunca ha tenido conocimiento sobre su padre.

Natural de Camagüey, el joven quedó residiendo con su abuela materna cuando su madre, cardióloga de profesión, decidió partir para La Habana con el fin de hacer dinero y conseguir una casa donde criar a su hijo.

El esposo de Cañizares y padre de Antonio abandonó totalmente a su familia y ellos quedaron sin apoyo para salir adelante de los problemas. Pese a solicitar ayuda en varias ocasiones al Ministerio de Salud Pública (MINSAP), su situación se tornaba más desesperada, por lo que decidió probar suerte con las misiones internacionalistas de profesionales de la Salud cubanos en Venezuela.

La mujer integró las brigadas de galenos cubanos en el exterior cuando ya estos no obtenían ningún tipo de beneficio, sin recibir viviendas subvencionadas, abundante remuneración por sus servicios o facilidades de envío de mercancías a Cuba.

Como la experiencia fue mucho peor de lo que esperaba, comenzó el proceso para sacar a su hijo de Cuba de forma legal, pero la situación política, económica y social en Venezuela los empujó a emigrar juntos a Ecuador.

Allí se asentaron en la casa de la hermana de Milda, y aunque ella pudo prosperar a nivel profesional, tenía la impresión de que su hijo no estaba explotando todo su potencial.

Decidió entonces emigrar a Estados Unidos por vía terrestre, y aunque confesó que la travesía fue casi insoportable, nunca pensó en regresar a Cuba. Confesó: «Para atrás jamás (…) Entramos por Texas y estuvimos en la calle varios días sin dinero, sin comida, con 150 dólares en el bolsillo y compartiendo hamburguesas».

Vivieron varios meses en albergues comunitarios, pero luego pudieron mudarse a un apartamento, con la ayuda de una iglesia y con los ahorros que lograron acumular entre los dos con pequeños trabajos informales.

Finalmente, Antonio pudo incorporarse a estudiar y Milda encontró un trabajo. El joven entró a la Universidad de Texas y allí «me acerqué a uno de mis profesores y le comenté que quería relacionarme con la ciencia y la ingeniería y empecé a trabajar con él por seis meses. Luego la NASA me contacta para trabajar en una rama relacionada con el proyecto de mi profesor», explicó.

Sobre su empleo, ahondó: «Ahora estamos intentando descubrir la evolución de superficies en algunos planetas y lunas del universo, que están cubiertos con una capa de hielo de varios kilómetros, como es el caso de una de las lunas de Júpiter, que se llama Europa. Bajo esa capa de hielo hay un océano de agua líquida y queremos descubrir si es posible mandar una nave espacial hacia allá. Es posible que unas estructuras de hielo puntiagudas se formen en la superficie, lo cual es bastante peligroso si mandamos una nave espacial».

Afirmó que «el ambiente de trabajo es formidable. Sin duda es el mejor trabajo que he tenido. Todos tienen ganas de apoyarte, se comportan como si fueran mentores. El director del laboratorio siempre está dispuesto a ayudar, guiar y siempre tiene tiempo para preguntarte qué es lo que quieres y ayudarte a crear un plan para el futuro».

Antonio quiere inspirar a otros jóvenes cubanos, declarando: «El sueño de muchos cubanos es salir de la Isla porque se dan cuenta de que el país no tiene futuro para convertirse en alguien que ayude al mundo».

Milda ahora está escribiendo un libro sobre Cuba y empuja a todos los cubanos a estudiar otros idiomas «para que no pasen lo que pasamos nosotros».

Concluyó: «Hay que escuchar a las generaciones jóvenes. El Gobierno tiene que hacer cambios definitivos para que no se pierdan más talentos por falta de oportunidades. Es muy doloroso que la gente se tire al mar. La desesperación lleva a eso, como me pasó a mí. Desgraciadamente, yo ya no tenía dónde vivir en Cuba, y como yo hay muchas personas».