Es el 9 de noviembre de 1967. Concluye la transmisión en vivo del humorístico televisivo “San Nicolás del Peladero”. Todos los presentes están alborozados mientras felicitan a Éufrates del Valle, personaje que se inscribe entre lo mejor de la pantalla cubana para todos los tiempos.
La prensa impresa graba el hecho para la posteridad: Un destacado locutor, animador y actor de la Radio y la Televisión, debe viajar a Barcelona para ser galardonado por segunda vez, con el “Premio Ondas”, al reconocerlo como el mejor locutor de habla hispana.
Germán Piniella Vázquez de Mella, nació en La Habana el 15 de diciembre de 1907. Para el pueblo a quién se consagró y brindó su arte peculiar, vocación y talento, fue sencillamente PINELLI.
Fueron cinco hermanos. Sol que al decir de Germán “fue mi mentora, fue mi amor, fue quien me llevó por todos estos caminos” y tres hermanos varones completaban la familia. Su padre fue comerciante del alto comercio de la Habana sin llegar a ser burgués, y la madre una mujer de una vastísima cultura, que estudió en el Sapetter de París y después en el Conservatorio Real de Madrid, el arte de la declamación. Se casaron muy jóvenes y vinieron para la Habana donde el padre ya era un hombre que tenía establecido sus negocios. Su padre era asturiano y su mamá madrileña. Al referirse a ellos siempre decía: “Fue mi madre la que nos guio a nosotros por los caminos que hicimos, no nos guio, mejor dicho, nos alentaba con entusiasmo, con esfuerzo, con tesón”
El inicio de su vida artística coincidente con el surgimiento de la radio en Cuba, en 1922, lo convirtió en un precursor del medio, en el que brilló por su preeminente trayectoria. Sobre un acontecer de más de setenta años de radio y cuarenta de televisión, su estampa magra y simpática tuvo una diáfana expresión para hacer del optimismo y gracia natural un instrumento de contacto y tuteos humanos.
Desde pequeño sintió profundo amor por la literatura, que lo hizo manifestarse como un niño muy especial.
En más de una ocasión sus amigos lo escucharon decir que: “Cervantes fue mi caballo de batalla, la Biblia también la leí con muchísima frecuencia, todavía es consultada por los grandes hombres de la humanidad, porque ha sido la fuente inagotable, un manantial para todo género de literatura que salió después en todas partes del mundo.”
Estudió en el Colegio de Belén, a los seis años y medio cantaba en el Teatro Nacional.
Fue suya una voz quinceañera que surcó el éter a través del primer control remoto musical, que se originó desde el teatro Campoamor en La Habana, el 28 de octubre de 1922, a través de la radioemisora PWX.
Estando en Belén estudiando, los masones lo solicitaron para que actuara en una fiesta para el asilo La Misericordia y aunque pertenecía a un colegio de curas, aceptó y cantó para la Gran Logia Masónica. Fue el segundo control remoto de radio que se hizo en Cuba. Con el primero se inició la radio oficial el 10 de octubre de 1922 al hablar desde el Palacio Presidencial el doctor Alfredo Zayas, Presidente entonces de la República.
Tenía una voz de tenor muy bonita y estudió canto con Tina Farelli y Arturo Bovy, que fueron profesores muy reconocidos. Pero los deseos de Germán se frustraron por un infarto iliar calcificado en el lóbulo superior del pulmón derecho y eso le restó la voz.
En 1925 surgía como actor, intérprete característico de disímiles personajes. Hablaba e improvisa, tocaba el piano, tenía con una voz de tenor muy linda, aunque ya para esa época cantaba tangos.
Cantó en la Cuban Telephone, en el Hotel Palace de 25 y G, en el Vedado, en la Metropolitana, en el Hotel Plaza y llegó después a CMBF. Su primer gran sueldo en radio son cinco pesos al mes, cantando martes y jueves de 10 a 11 de la noche en una hora masónica.
En 1935 lo absorbía el periodismo. En CMQ la radioemisora más importante de la época fue redactor y jefe de 4 noticieros.
La Corte Suprema del Arte, histórico espacio que se lanzó a la búsqueda de talentos, encuentro en Germán Pinelli un promotor y animador.
La figura más prominente que salió de la Corte Suprema del Arte fue, la vedette de América, Premio Nacional de Teatro, Rosita Fornés. Cuando se refiere a Germán dice:
“Allí ya tenían conformado el grupo de artistas nacientes, de estrellas nacientes y empezaron a llevarnos a actuar a todos los teatros de la Habana. Hacían como una especie de espectáculo musical y cada quien salía y cantaba uno o dos numeritos, no, y eso era como un entrenamiento. Y así nos llevaron a distintas provincias, yo me acuerdo que con la Corte Suprema del Arte yo llegué hasta Camagüey y el que iba en todas esas giras y nos presentaba en toda esa parte era alguien que fue como un padre nuestro. Muy respetuoso, muy cariñoso, era muy inteligente, una gente muy preparada, muy culta y yo tengo de él un recuerdo tan bonito… Evocarlo así hasta me emociona”.
En 1938 sus dotes provocaban una demanda que cotizaban bien la Cerveza Polar, la RCA Víctor, la Cerveza Cristal y la Fábrica de Cigarros Competidora Gaditana. En aquel mundo comercial brilló Pinelli con gran proceridad, por los valores genuinos para los empeños publicitarios. Verdadero artífice en un género tan complejo como la entrevista.
En 1950 irrumpía la televisión y también este medio contó con él entre sus instauradores. Aunque su físico no le acompañaba, Pinelli decía “que se ganó la pantalla en el propio acto inaugural de CMQ-TV porque ante el extravío del libreto, fue llamado para improvisar y rellenar y concluyó animando todo el espectáculo”.
El primer programa que hizo la televisión de preguntas y respuestas lo animó Germán. Su nombre: Cristal, risas y dinero, patrocinado por la cerveza Cristal. Muchos años después, sonreía para decir “pasé las de Caín, porque yo no bebo alcohol ninguno. Soy bebedor de leche y de chocolate y de dulces y de refrescos.”
A la voz unía su imagen y aquella estampa dinámica e integral, se perfilaba como comunicador nato, personaje de carisma y brillo propios que derrochaba habilidades y cualidades convincentes en espacios como “Aquí todos hacen de todo” y el “Show del Mediodía”. Su capacidad y cultura para mantener una emisión en términos precisos lo distinguía como el locutor y animador más notable de todos los tiempos.
Como actor, no podremos olvidar su actuación en la película “Los sobrevivientes”, sobre su participación confesó
“Y yo caí en esa película de paracaidista, pero ese gran director por quien yo siento una devoción extraordinaria Titón Gutiérrez Alea me manda a buscar. Dice tenemos esta situación, la película está en este momento haciendo algunas escenas, pero hay unas escenas capitales que necesitamos de usted. Digo mire yo, no me gusta la película porque tengo una memoria terrible, de mala. Pero la experiencia de televisión sirve mucho al cine, no. Entonces, bueno el personaje como es. No, léalo usted. Entonces yo veo que el personaje va increchendo. Primero es un ser amorfo, anodino, no ejerce el mayorazgo, es un tipo misógino. Bueno estudié el tipo, pero hay un momento que dice, bueno aquí tiene que temblarle las manos como si fuera mal de Parkinson. Bueno y parece que resultó, resultó la película”.
La actuación en el arte difícil y complejo del humor lo sitúa en el nivel relevante de las más nobles figuras del género en un programa siempre esperado por el público, al que llega durante veintidós años.
María de los Ángeles Santana, Premio Nacional de Teatro, coprotagonista del programa y una de las principales figuras de la escena cubana, con el desenfado de la alcaldesa Remigia, recuerda a Pinelli:
«En San Nicolás del Peladero estaba otro de los grandes que se paseaba en los escenarios todos no solamente de Cuba, sino del mundo, Germán Pinelli. Era el alma del programa. Sin pretenderlo ya hacía programas humorísticos con cultura y un sedimento magistral de todo lo que significaba poder plantarse ante una cámara y convencerla de principio a fin».
Muchos lo recuerdan en los espacios de esparcimiento, diciendo la frase festiva con gracia inigualable.
Pero Germán fue el gran maestro del micrófono y la cámara con la más fructífera escala de la máxima expresión. Sabía siempre en qué momento era necesario ser la más mesurada, correcta y respetuosa de las personas.
Germán era creíble en broma y en serio, altura muy difícil de alcanzar. Consuelo Vidal, su compañera de la escena durante más de 40 años reiteraba:
“Yo soy quien soy, como animadora, porque tuve ese maestro. Nosotros nos decíamos papá y mamá, nunca por el nombre, jamás. Germán fue una persona de muy poquito comer, muy malcriado. Cuando nos íbamos a hacer carnavales por ahí a distintas provincias, actividades en otras provincias y todo, yo le picaba el pedacito de pollo…ya me cansé mamá, ya me cansé. No, un poquito más, porque él vivía a sopa y helado que era lo que le gustaba. Te vas a morir viejo, de inanición. No puede ser….Pero yo todo lo que soy en lo que es la animación me lo enseñó él. Cuando había que subir el tono, cuando había que hacerlo feriado. Ahora en el mismo programa del 31 que hicimos ahora, los poemas. Yo busqué un poema, para él, que se llama un amigo se va. Pero para mí él siempre está conmigo”.
Todas las expresiones del arte le interesaban, pero sobre todas las cosas consideraba como su más importante misión artística, la de hablar. ¿Por qué?, le preguntaron un día: “Porque para mí poder interpretar los sentimientos de la gente es la actuación más preciada”.
Falleció en La Habana el 20 de noviembre de 1995 a los 88 años de edad en su casa del Reparto Atabey. En aquella terraza, rodeada de las orquídeas que cultivaba con amor, cantaba, reía y recordaba.
Cuando me decido a escribir sobre Germán, me arriesgo a no ser capaz de expresar tanta gloria. Mostrar en toda su grandeza al dueño absoluto de una sólida cultura, matizada por el conocimiento de varios idiomas, su forma de comunicar y sus cualidades pedagógicas, que lo convierten en alguien capaz de hablar el lenguaje de los más humildes y el de las personas más ilustradas. Como compensación trato de hacerlo con la sencillez que preside el paso por la vida de una de las figuras más queridas de la cultura nacional: Germán Pinelli, el artista total.