La curiosa y desconocida historia del famoso «trencito» del Zoológico de 26 en La Habana

Julio César

La curiosa y desconocida historia del famoso "trencito" del Zoológico de 26 en La Habana

La historia del origen legítimo de una de las atracciones principales del Zoológico de 26 es descubierta luego de casi medio siglo en el olvido.

El descubrimiento de documentos que validan la compra del trencito que recorría el Zoológico de La Habana, conocido también como Zoológico de 26, esclarece la procedencia del artefacto, el cuál se creía perteneciente a Fulgencio Batista Zaldívar antes del 1959.

Luego de más de cuarenta años de labor investigativa, el licenciado en Biología e historiador de la institución habanera, Raúl Campos Talavera, descubrió la verdad de manera insólita.

Originalmente la locomotora disponía de dos motores de gasolina con tracción en las cuatro ruedas

“Abandonados junto a viejas facturas en el Departamento de Economía, se encontraban los papeles que confirman la adquisición del trencito en 1959 por parte del Zoológico de La Habana. Todos los documentos contaban con la firma del doctor Abelardo Moreno Bonilla, fundador del centro y su director en ese momento”.

Además de las actas de propiedad, Talavera halló varias fotos que muestran los primeros viajes de la máquina, así como recortes de periódicos con artículos sobre el impacto que causó sobre los primeros pasajeros.

La procedencia del pequeño ferrocarril estuvo rodeada por el misterio, pues se decía que Fulgencio Batista lo utilizaba para cazar en los terrenos de la finca Kuquine, propiedad que tenía en el reparto Guatao, del capitalino municipio La Lisa, y había sido llevado al zoológico en el año 1961 por el capitán Antonio Núñez Jiménez.

El trencito del zoológico de 26 esta constituido por una locomotora de tamaño reducido fabricada en Estados Unidos

Sin embargo, el periodista Ciro Bianchi Ross, en su trabajo “Una tarde en Kuquine”, publicado por el diario Juventud Rebelde el 11 de octubre de 2014, no menciona la existencia del objeto entre las posesiones que se encontraban en la finca cuando Batista la habitaba junto a su esposa Martha Fernández Miranda.

“Durante mucho tiempo la gente se montaba motivada por el mito y escuchar el aullido de los lobos cada vez que los vagones pasaban por su área de exposición”, dijo Ramón Ludioso Amador del Pino, maquinista del pequeño ferrocarril.

El trencito está constituido por una locomotora de tamaño reducido, hecha en Estados Unidos, que representa una máquina diésel, muy popular en los años 50 del pasado siglo, y cuatro vagones. Sobre una vía de hierro con quince pulgadas de ancho, recorre la distancia que separa las dos estaciones.

El trencito del Zoo de 26 es una de las atracciones más gustada por el publico que asiste a este Jardín Zoológico

En la actualidad cuando el trencito se encuentra en servicio usualmente aumenta el número de visitantes al Parque. Han sido imprescindibles las adaptaciones tanto en la locomotora como en las vías para lograr tenerlo en funcionamiento pues no hay piezas de repuesto de ningún tipo, aunque en cuanto al motor lo que realmente necesitan es uno nuevo.

Los rieles son como los usados en las minas pero nunca han encontrado donde conseguirlos dentro del país por eso han estado obligados a repararlos una y otra vez, en algunos casos con soldadura, las traviesas si han sido sustituidas en varia ocasiones pero las maderas solo han resistido algunos años, incluso unas traídas de la Ciénega de Zapata que los proveedores aseguraban su gran resistencia, a los dos años ya habían sido atacada por los bichos que al parecer son bastante agresivos en las tierras de este Zoo.

No cesa el público en espera de sacar su ticket para el tren tanto en una y como en la otra taquilla. Hay quienes repiten el viaje, y algunos niños no quieren abandonar el tren al llegar a la estación.