Antonio Núñez Jiménez fue el hombre de confianza de Fidel Castro para temas de medio ambiente, quien creó la Sociedad Espeleológica de Cuba cuando tenía apenas 17 años y aún no había asistido a la universidad. El científico y aventurero cubano que llegó a los altos niveles del Ejército Rebelde y del Gobierno revolucionario cubano, escribió los libros de texto que se utilizaron durante toda la década de 1960 para la enseñanza de la geografía de la isla y del continente americano en las escuelas cubanas.
No llegó a ser el geógrafo personal del mandatario debido a sus conocimientos y méritos científicos, sino a su participación en el golpe de estado que derrocó a la tiranía de Batista y puso en el poder a Castro y a su camaradería.
Estuvo en la campaña de Las Villas y en la toma de Santa Clara junto al Che Guevara y encabezó, también en conjunto con el guerrillero argentino, más de un centenar de fusilamientos en la fortaleza de La Cabaña.
Como capitán del Ejército Rebelde, fue el encargado de la implantación de la Primera Ley de Reforma Agraria hasta 1962, pues también era el presidente del Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA).
El espeleólogo pudo finalmente dedicarse de lleno a la exploración de cuevas y campos cuando Castro sintió la obligación moral de retribuir su dedicación a la estructuración de su Gobierno, para poder también, según indican rumores y habladurías, disfrutar de la compañía de su esposa, Lupe Véliz, cuando Núñez andaba en sus aventuras.
Fue un hombre increíblemente ocupado, pues asumió incontables cargos: presidente del INRA (1962-1972) y de la Academia de Ciencias, embajador de Cuba en Perú (1972-1978), etc. Aprovechó sus deberes en el país sudamericano para recorrer los Andes, Machu Picchu y los restos de muchas otras culturas precolombinas.
Ocupó el cargo de viceministro de Cultura entre 1978 y 1989, y simultáneamente, de 1976 a 1989 fue diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Además, se desempeñó como como presidente de la Sociedad Espeleológica de Cuba, del Centro de Estudio del Arte Rupestre de América Latina y del Caribe, de la Comisión Nacional de Monumentos, de la Sociedad Cubana de Geografía y de la Fundación de la Naturaleza y el Hombre.
Núñez Jiménez intentó ser la versión cubana de Jacques-Yves Cousteau y Thor Heyerdahl, siempre aventurero y explorador compulsivo. Realizó viajes de exploración por la cordillera andina, África, el Ártico, la Antártida, las Islas Galápagos y de Pascua. En aras de probar la migraciones de indígenas sudamericanos a la isla, en 1987 emprendió una expedición en balsa desde los ríos Amazonas y Orinoco al Caribe.
Las excentricidades y los antojos de Núñez Jiménez eran siempre correspondidas por Fidel Castro, pues encajaba a la perfección en su séquito, también conformado por un compositor de canciones, Juan Almeida, y a un cineasta empírico, Alfredo Guevara.
El descubridor falleció a los 75 años el 13 de septiembre de 1998. Tanto sus cenizas como las de su cónyuge, Lupe Véliz, descansan en el jardín del Convento San Francisco de Asís, en la Habana Vieja.
Las cuatro descendientes del matrimonio son actualmente empresarias de éxito, y viven rodeadas de lujos, según un artículo reciente de CubaNet. Habiendo sido sus padres fieles y valiosos seguidores de la Revolución, qué menos que aceptar a las hijas como parte de la aristocracia cubana, además de retribuirles con tributos financieros los tantos secretos que deben esconder al estar casadas con figuras fe interés político y económico para el país, como el coronel José Luis Padrón y el chileno Max Marambio.