El famoso juego de La Bola, viralizado en los últimos meses en Cuba, presenta un titular muy tentador: «invierta 500 y ganen 4.000 CUP». El polémico «negocio seguro» ha conseguido estafar a más de un ingenuo en la isla.
Participan 8 jugadores en el cuarto nivel, 4 en el tercero, 2 en el segundo y 1 en el primero, y mientras uno avanza, debe traer a más «inversores» para poder, cuando se llegue al primer nivel, recoger los 4.000 CUP.
Su sistema no es más que una clásica estafa piramidal, la que solo dará resultados hasta el momento en que dejen de ingresar nuevos inversores. El dinero de los nuevos miembros del juego es utilizado para saldar la promesa del jugador del primer nivel.
Como no existe un esquema real de inversión ni una generación de riquezas, siempre va a salir más gente perdiendo que ganando, sobre todo las que tienen la mala suerte de entrar cuando el sistema está a punto de colapsar.
La conocida versión cubana del esquema Ponzi constituye un delito en la isla, al tipificarse como estafa.
Según la Ley No. 62, del Código Penal cubano, en el capítulo de las Defraudaciones, se define que aquella persona que, «con el propósito de obtener para sí o para otro una ventaja o un beneficio patrimonial ilegítimo, y empleando cualquier ardid o engaño que induzca a error a la víctima, determine a este a realizar o abstenerse de realizar un acto en detrimento de sus bienes o de los de un tercero, incurre en sanción de privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas o ambas».
El modelo de estafa Ponzi es una operación fraudulenta basada en un esquema piramidal. En él, las ganancias que consiguen los primeros inversionistas son producidas por el dinero aportado por ellos mismos, o por otros inversores incorporados posteriormente, y todos se suman gracias a por las promesas de obtener grandes beneficios.
El sistema provoca que sea necesario involucrar a más inversores para cobrar lo estimado, pero solo el que está en la parte superior de la pirámide recibe dinero, a partir de la inversión de los que se encuentran en la base, quienes también están obligados a captar nuevos miembros, hasta que no entren más aportantes a la pirámide, y todos los de la base, que crecen exponencialmente, resulten estafados, pues no les podrán efectuar las devoluciones prometidas.
Las pistas para discernir entre oportunidad y timo son bastante distinguibles: los porcentajes de intereses suelen ser atractivos, se desconoce el espacio hacia donde se destina el dinero, o la supuesta empresa no tiene los registros pertinentes.
Asimismo, los pagos ocurren rara vez en persona y los organizadores tienden a presentar excusas cuando los participantes deciden retirar su inversión.
El nombre del norteamericano Bernard Madoff protagonizó el escándalo a gran escala más reciente, quien fuera condenado en 2009 a 150 años de prisión por estafar más de 65.000 millones de dólares. Madoff era considerado como uno de los mejores inversores de Wall Street y operó su firma de inversión por casi dos décadas siguiendo esta estafa.