Iasiga era una hermosa india que se encontraba casada con un laborioso Siboney llamado Maitio. Ambos vivían en santa paz y disfrutaban a plenitud de la felicidad doméstica. Mientras el esposo se encontraba en el bosque cazando o pescando en aguas cercanas, Iasiga se encargaba de preparar la comida, tejer las redes y cumplía con todas las obligaciones de una mujer hacendosa.
Su amor por su marido era muy grande, pero al parecer no tanto como para no posar su mirada en alguien más. En una ocasión, al ver a otro apuesto Siboney llamado Gaguino, que tenía por costumbre “catar” la fruta del cercado ajeno, se entregó a este sin mucha resistencia y al parecer disfrutó tanto al ponerle la cornamenta a su queridísimo esposo que decidió repetir (una y otra vez…)
Maitio no tardó en notar la sospechosa ausencia de su esposa en las tardes, pero esta al regresar a casa se disculpaba diciendo que se había demorado al ir a ofrendar el fruto del bagá a sus familiares muertos. Es cierto que Iasiga salía a ofrendar su fruto, pero Gaguino de muerto no tenía nada.
Tanto dio el cántaro a la fuente hasta que un día Maitio se sintió atormentado por la sospecha y salió a ver en realidad que pasos andaba su esposa.
Luego de embarcarse en su piragua y dirigirse al caney, a lo lejos pudo divisar a los acaramelados y desprevenidos amantes. Su corazón casi se le sale del pecho, pero sin pensarlo dos veces se le acercó a Iasiga y con el rostro contraído por el dolor le gritó.
“Mil veces maldita seas mujer perjura. Que Mabuya castigue tu infidelidad, condenándote a vagar eternamente por costas, sin esperanza de descansar ni de inspirar compasión”.
Sus palabras hicieron efecto de inmediato y su bella mujer (que ya no eran tan suya) fue transformada en un monstruo marino que se cuenta que puso a correr a no pocos pescadores de la zona.
Al menos esto es lo que cuenta la leyenda. Ya sea verdad o no, lo cierto es que en la actualidad no son pocos los que aseguran que en realidad existe el origen de la tradición y suponen que el misterioso monstruo no es otra cosa que un manatí, o alguna otra enorme tortuga que penetra en la Bahía de Jagua.