En el arduo intento de la población cubana por atravesar esta serie de crisis acumuladas en los últimos años y que ahora arrasan con el país, llega al panorama «La Bola», un peligroso juego (más bien, montaje) que ha comenzado a circular por las plataformas digitales más concurridas de la isla y que asegura que todo el que juegue, ganará.
Se trata de una estafa Ponzi, un esquema piramidal ingeniado por el emigrante italiano Carlo Ponzi hace más de un siglo y que aún se considera una de las formas más fáciles, comunes y adaptables de robar a alguien (a gran escala puede resultar en beneficios millonarios).
El sistema se nutre de capital ajeno, y se basa en abonar a los inversores actuales los intereses obtenidos del dinero de nuevos inversores, y no de la generación de ganancias verdadera (que no existe, pues no involucra una actividad laboral real, un negocio).
Se trata de un proceso piramidal que depende fundamentalmente de que la cantidad de implicados crezca continua y exponencialmente, pues la inversión de los nuevos miembros se usa para cumplir la promesa de los primeros inversionistas y suplir la demanda, y así sucesivamente.
Si el flujo de nuevos inversores se interrumpe, el esquema fracasa. «La Bola», anunciada en Revolico, se explica de la siguiente forma:
Los jugadores novatos entran al juego en el nivel Fuego y abonan 500 CUP, para recibir 4.000 CUP cuando termine el ciclo de cobros.
Se deberán llenar 8 casillas, que conforman el nivel Fuego, para que el esquema funcione, y ese dinero constituirá la recompensa de aquellos en el nivel Agua, localizado en el centro de la esfera.
Una vez completado este paso, los que antes estaban en el nivel Fuego ascienden al nivel Aire (el consecutivo), por lo que la pirámide se divide en dos partes. Los nuevos Aire tendrán que reclutar a otras 8 personas para el nivel Fuego.
El del nivel Agua recoge lo prometido y sale del círculo. Hay dos personas aguardando en el nivel Tierra y suben al nivel Agua, donde recolectan sus ganancias y, entonces, salen del círculo, por lo que el circuito se cierra en esta fase.
Las personas pasan de nivel solo cuando los niveles superiores quedan vacantes. Este constituye un complejo sistema con un carácter altamente dinámico. Muchos concursantes no logran pasar de nivel y, por lo tanto, no ven los resultados prometidos.
El director de la Escuela Argentina de Finanzas Personales, Mariano Otálora, refiriéndose a los esquemas Ponzi, dijo que el engranaje detrás del sistema es totalmente imaginario, sin ningún negocio o acción financiera legítimos que lo avalen. Se trata de crear la ilusión de un gran premio a los contribuyentes, pero si falla un nuevo aporte, el flujo se rompe y el sistema colapsa.
El experto detalló que el ciclo demanda un ingreso de contribuyentes infinito, razón por la que termina derrumbándose eventualmente. Cada vez que un individuo gana, otros 7 pierden y quedan esperando por ascender a la máxima posición.
Algunos en Cuba confunden el mecanismo del juego con la «vaquita», cuando este último sí proyecta en los jugadores la noción de cuándo y cómo colectarán sus ganancias, a diferencia de la última innovación ludópata.
La «vaquita» funciona como un sistema de ahorro que no requiere de nuevos participantes, mientras que las estafas piramidales demandan una inversión en la fase inicial que se sostiene en una tensa carrera en búsqueda de nuevas inyecciones de capital para que la práctica conjunta no colapse.
Mientras el esquema progresa, los estafados/estafadores necesitan los adeptos suficientes para obtener la recompensa y retirarse del juego, recurriendo a especulaciones, hechos indocumentados o, directamente, burdas mentiras.
Algunos internautas han compartido, en sus redes sociales, capturas de sus chats con estafadores, que acosan vía WhatsApp, para advertir a otras potenciales víctimas.
Entretanto, el código penal cubano no está muy actualizado acerca de nuevas tipologías de delito; sin embargo, en el apartado de la tipificación de estafa se subraya que estas actividades ilícitas pueden conllevar sanciones de privación de libertad de seis meses a tres años, y de cuatro a diez años en caso de que se realicen como parte de un «grupo organizado o banda”.
Tan solo en el año pasado, fueron apresados dos cubanos residentes en Guyana por llevar a cabo un esquema piramidal. Yuri García-Domínguez y su esposa, los acusados, enfrentan al menos 80 cargos de estafa que afectaron a más de 17 000 guyaneses, por lo que las autoridades del país los están forzando a devolver el capital a los afectados.