¿Café cubano? Si no tienes dólares ahora solo podrás tomar el que dan por la bodega

Ines Sanz

¿Café cubano? Si no tienes dólares ahora solo podrás tomar el que dan por la bodega

El café es una costumbre intrínseca en la idiosincrasia cubana, y mientras la mayoría de la población busca incesantemente por el producto en la red de tiendas en CUP, los paquetes de Serrano y Cubita rebosan los anaqueles de todos los mercados en Moneda Libremente Convertible (MLC). Este fenómeno no podría ser más injusto, dado que solo un pequeñísimo porcentaje de la población cubana tiene la posibilidad de adquirir las preciadas divisas extranjeras.

Una rutina mañanera en la isla sin el café resulta casi inconcebible, pero la escasez y el desabastecimiento que sufre el país desde hace poco más de un año ha afectado a la adquisición de esta muy esencial bebida. Y mientras los mercados estatales no ofrecen ninguna oferta, el mercado negro sube sus precios en cada segundo.

Nora, una ama de casa del municipio habanero Cerro, cuenta que no ha podido desayunar otra cosa durante semanas que no sea una infusión de orégano y agua con azúcar. Esta ciudadana que no tiene familia en el exterior que le envíe divisas, comenta que su comportamiento se desata cuando olfatea el leve aroma a café que le llega desde la cocina de algún vecino.

Una empleada del Ministerio de Comercio Interior asegura que la influencia de la pandemia ha causado que se retrase la entrega de envases y demás materias primas de importación.

Pese a que este popular producto continúa vendiéndose entre los alimentos subsidiados por la libreta de abastecimiento, la única bolsa de 7 onzas que se puede comprar por persona resulta más que insuficiente para todo el mes, además de esté elaborado en un 50% por granos de producción nacional como chícharos.

Cuba importa unas 8.000 toneladas de café desde Vietnam cada año, y el resto se importa de otros países de la zona para satisfacer la demanda de unas 24.000 toneladas.

Las cosechas cafetaleras del último lustro casi no superaron las 6.000 toneladas, cuando en los años 60 se lograban rebasar las 62.000 toneladas.

Los últimos sembrados cafetaleros no sobrepasaban la 6.000 toneladas, en un país que fue potencia del producto y que en la década del 60 lograba 62.000 toneladas del grano. Pese a los intentos para sobrellevar el decaimiento de la industria, la misma se ha ido estancando y deteriorando aún más.

La crisis epidemiológica agravó también la posibilidad de encontrar el producto en el mercado informal, con marcas como La Llave, Bustelo y Pilón a 600 CUP, pero la oferta ha ido mermando y encareciéndose.

En las inmediaciones de la calle 26, un barrio entero ha vivido por muchos quinquenios de la venta de café sacado de la torrefactora cercana, pero ahora advierten que la procesadora no tiene grano para moler y no se conoce fecha para reanudar las operaciones, lo que afecta también a los «pequeños productores».

Próxima a la torrefactora, se ubicó una tienda recaudadora de divisas, cuyos anaqueles exhiben paquetes de café Cubita y Serrano a más de 4 dólares y, fuera del local, se posiciona un revendedor, que lo ofrece a casi el doble, pero en pesos cubanos, a aquellos que no tienen tarjeta magnética para adquirir productos en MLC, pero que se ven en la posición de ceder porque el café mueve montañas (nunca mejor dicho).

Mientras, los mercados en CUP tienen suministros eventuales y muy limitados, por lo que se acaban en cuestión de minutos.