Cada miércoles, sobre las cuatro de la tarde, Maikel y su esposa Irene, cuarentones ambos, se acicalan para asistir a la discoteca Amanecer, muy cercana al malecón habanero.
Luego de pagar la entrada (150 pesos cubanos), se dirigen a la barra a abrir la tarde con un par de cervezas mientras el DJ “poncha” algunas canciones de hace algunos años.
Aproximadamente se gastan unos 1500 pesos. Casi el salario completo que gana Maikel como estibador. Pero según dicen, es un dinero que vale la pena emplear en diversión.
“Mi esposa tiene un negocito de dulces y cakes para cumpleaños y bodas. Además, en el almacén donde trabajo “se pegan” cosas de vez en cuando y escapo. Nuestro hijos ya son jóvenes y trabajan. Siempre nos privamos de un millón de cosas para dárselo todo a ellos. Ahora nos toca recupera el tiempo perdido”, señala Maikel.
El envejecimiento acelerado los cubanos ha provocado un estallido de locales y sitios donde personas mayores de 40 años (tembas como se dice en la Isla) pueden disfrutar escuchando música de su generación y tirando unos pasillos entre tragos de ron y cerveza.
A esta opción se le conoce popularmente en Cuba como “discotemba”. Casi todas las discotecas nocturnas en la capital cubana tienen un espacio reservado para las matinées de los tembas.
Otilia, de 69 años, ha recuperado la sonrisa. Tiene un novio con el que cada sábado va a una peña cercana a la Plaza de la Catedral a escuchar bolerones de Orlando Contreras, Olga Guillor y Blanca Rosa Gil.
En esa discotemba la entrada para los ancianos es gratis. Solo deben pagar lo que consuman dentro. Eso si, es un tanto caro con respecto a las pensiones que reciben los jubilados, ya que un trago doble de ron blanco cuesta 75 pesos y una cerveza de producción nacional entre 125 y 200 pesos.
También existen otras ofertas como discotembas de música mexicana y hasta algunas temáticas en las que se puede escuchar rock al estilo Elvis Presley. En la playa Guanabo existe una de estas discotembas que cuenta con muchas personas que son asiduas a ella. Se trata de El Sauce, donde el público en su mayoría tiene entre 40 y 50 años.
En casi todos los municipios de La Habana existen discotembas. Las hay “de pegada”, como el Café Cantante, en el Teatro Nacional, con buena música y climatizada.
Algunas otras como la discotemba de El Asia, en La Víbora, son de menos caché. A cada rato, la fiesta termina como la del Watao y vuelan las botellas, los vasos y las palabrotas.
Entre los jóvenes veintipicones se ha puesto de moda visitar estas discotembas, ya que al ser más baratas que los bares, representan una muy buena opción para tomarse unos tragos y ligar a una “temba que los mantenga”.
“Se dan fáciles. Algunos como yo estamos a la caza de una tembona con billete que nos pague los tragos. Un amigo mío se empató con una peluquera cuarentona que hasta le parió un hijo. Lo tienen como un rey. Le han comprado cadenas de oro, ropa de marca y dice que hasta le van a comprar un carro”, cuenta Jorge, de 19 años.
Las jineteras también son puntos fijos en las “discotembas”.
“Los hombres de más de 40 años se le van los ojos con las muchachitas de 20. Además, muchos de estos puros tiene un baro largo. Siempre resuelvo. Me tomo mis cervezas de la buena y regreso a casa con 1000 o 1500 pesos”, asegura Taíma, quien suele acudir a estas discotembas con ropa provocativa.