¿Realmente caminamos al futuro? En la década de 1950 circulaban unos 2 000 ómnibus en La Habana, el triple de los que existen hoy (y para la mitad de la población actual).
La década de 1950, especialmente los años 1953 – 1958 fueron los más estables en el transporte público que se recuerdan en La Habana, especialmente en la transportación por ómnibus. En ese período llegaron a circular simultáneamente por la ciudad nada menos que 2 000 ómnibus, el triple de los que existen en la actualidad en que, además, se ha duplicado la población de la urbe.
Esta abundancia de ómnibus hizo que no se echara en falta el tranvía, cuya eliminación, más allá de la nostalgia, pasó sin penas ni glorias.
El servicio de ómnibus de La Habana era prestado en 1953 por 630 Leylands de Autobuses Modernos recién importados y unas 1 000 guaguas de la Cooperativa de Ómnibus Aliados (COA) con diferentes años de fabricación y de las más diversas marcas.
Sin embargo, a estos más de 1 600 ómnibus se sumaron en 1957 otros 227 carros modernos General Motors TDH 4512 que adquirió la COA para modernizar su parque y competir con los Leylands de Autobuses Modernos. Este modelo era mucho más cómodo para los pasajeros y poseía, además, un pasillo mucho más ancho que le permitía cargar un mayor número de pasajeros de pie.
Todo esta estabilidad en el transporte desapareció tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 en que se interrumpió el suministro de piezas de repuesto. La mayoría de los ómnibus fabricados en Estados Unidos fue dado de bajo y sólo las Leyland cuyas piezas se podían adquirir en Gran Bretaña continuaron rodando.
Pronto los habaneros tuvieron que acostumbrarse a los ómnibus soviéticos de mucho menor confort y calidad que sufrían frecuentes roturas y cuyo número nunca fue suficiente para satisfacer la demanda.
En la década del 90, y por problemas económicos, Ómnibus de la Habana se ve muy disminuida en cuanto a parque y recursos, lo que conduce a la búsqueda de nuevas alternativas de transportación masiva más económicas, por lo que en 1994 se crea la empresa estatal Metrobús, diseñada como un metro de superficie y con la misión de transportar el mayor por ciento de pasajeros en la capital.
Para ello se le dotó de un parque de rastras cuyos remolques eran similares a las cabinas de los ómnibus pero con mayor capacidad. En el 2007, el Metrobús fue reorganizado y ampliado, siendo sustituidas las rastras por modernos ómnibus articulados, pero que no alcanzan ni medianamente para cubrir las demandas de transporte de la población actual.