El fuerte olor putrefacto que se podía sentir en la calle hicieron pensar Mayra que el solar que colindaba con su vivienda, en el Reparto Eléctrico, en La Habana, se había convertido en un depósito de animales muertos.
La explicación a su “olorosa” situación tuvo su explicación al cabo de unos instantes, cuando vio que frente a ella se paseaba un perro callejero con una gallina muerta en la boca, como si regresara del mercado de 3ra y 70. Curiosamente, el can muy tranquilamente enfilaba sus pasos al solar yermo en el que almacenaba la pata de un carnero y varias palomas sacrificadas.
Las ofrendas a las deidades afrocubanas pueden encontrarse prácticamente en cualquier esquina o parque de La Habana. Estas “brujerías” han pasado de la rareza al hábito de convivir con animales muertos que contaminan el medio ambiente.
Encontrarse caminando por la calle y tropezarse con una cabeza de cerdo cocinada, dentro de una cacerola de barro, ya no resulta una imagen que espante a los habaneros. De igual forma, tampoco los hacen los restos de palomas, gallinas y otros animales que, como una cosa “normal” son depositados en las principales avenidas de la capital.
“Ya la gente no se mide con las brujería. Todos los días me encuentro cocos, gallinas, palomas y cabezas de puerto en la calle”, cuenta Marco Antonio, quien trabaja como barrendero de la Empresa de Servicios Comunales.
A estas ofrendas religiosas en las calles habaneras se suman además la inestabilidad de la recogida de desechos sólidos, lo cual provoca que cada vez sea mayor el riesgo de las epidemias por la falta de higiene.
Si bien es cierto que la religión afrocubana no puede prescindir de las ofrendas, algunos de sus practicantes no se toman ni tan siquiera la molestia de colocarlas al borde la vía para que al día siguiente los servicios comunales puedan limpiarlo y no proliferen los roedores que se dan banquetes con estos animales depositados en las cuatro esquinas.
“Sacrificamos para poder obtener bendiciones o beneficios, pero es la conducta lo primordial para tener todo tipo de bendiciones, para lograr las cosas que necesitamos” considera Jorge Enrique Figueredo, sacerdote de la religión afrocubana.
Dentro de la jerarquía religiosa, algunos optan por no pronunciarse en contra de la premisa de la consagración afrocubana. Los más conservadores recomiendan que se envuelva la ofrenda y que esta se realice en horarios nocturnos. No obstante, a algunos no les importa siquiera que las personas estén pasando y arrojan una paloma muerta a la calle, aunque caiga a los pies de quienes pasan por el lugar en ese momento.
Creyentes y no tan creyentes acuden a la religión yoruba en busca de dar solución a sus problemas. Pudiera resultar poco creíble, pero en Cuba se hace más cola para consultarse con un santero que para ver a un médico en un policlínico.
El Estado cuenta con algunos decretos sanitarios que contemplan las contravenciones en materia de higiene comunal. Por ejemplo, en el caso del No.272, Artículo 18, inciso M, se refiere específicamente al vertimiento de desechos sólidos en la vía pública, imponiendo multas de 100 pesos por afectar la salud ambiental.
Con el objetivo de ganar un poco en claridad sobre este asunto, una fuente se presentó en la sede de la Dirección Integral de Supervisión y Control, a cuyos funcionarios se les conoce popularmente como “inspectores integrales”. Uno de ellos que, prefirió no revelar su identidad por temor a represalias, explicó que “no (ocurre) con frecuencia, pero se imponen multas, sobre todo cuando se contaminan las aguas de los ríos”.