Ante la escasez de viviendas que impide a las parejas disfrutar de la intimidad necesaria y lo caro que resultan los hospedajes por horas, cada vez son más los cubanos que se despojan de todo pudor y practican sexo en lugares públicos.
Los vecinos de los edificios de La Habana se quejan de que al despertar cada mañana se encuentran las escaleras llenas de condones usados; mientras otros evitan atravesar los parques en las noches, pues estos se han convertido en verdaderas posadas al aire libre.
En un país donde las relaciones sexuales se inician – como reflejan las estadísticas – a muy temprana edad, resulta todo un problema que no sean accesibles espacios donde poder hacer el amor con todas las condiciones necesarias.
Más, cuando el matrimonio tampoco resuelve la situación, pues en las casas se amontonan las generaciones unas sobre otras y en ocasiones no cabe una cama más.
Para colmo, los alquileres en las principales ciudades (sobre todo en La Habana) se han disparado como consecuencia del auge del turismo y son muy pocos los que pueden pagar 100 dólares o más por un pequeño apartamento con las condiciones mínimas para poder realizar vida en pareja.
Lo peor es que la práctica del sexo al aire libre desde cortas edades acaba con las inhibiciones de muchas parejas y con el tiempo se acostumbran a verlo como “algo normal” y lo practican como si se tratara de cualquier deporte.
En La Habana, la mayor y más poblada ciudad de Cuba, existen, según cifras oficiales unas 450 casas particulares que se dedican a alquilar por horas y funcionan como “posadas”.
Estas no cubren la demanda y son además muy caras para las jóvenes parejas. Para una primera cita e “impresionar” están bien; pero pagar 500 pesos cubanos por dos horas cuando la relación se estabiliza y el sexo se hace mucho más frecuente es una verdadera ruina en un país donde el salario promedio ronda los 2500 CUP mensuales.
Para las parejas homosexuales, a las que más se les acusa de practicar sexo en lugares públicos, la situación es mucho peor.
Como en Cuba no está legislado nada al respecto, muchos dueños de casas de citas les niegan el paso y los discriminan; obligándolos a realizar el acto sexual en placeres, parques, escaleras y edificios abandonados.
El problema de la escasez de locales baratos para alquilar por horas se ha ido agravando a lo largo de los años; sobre todo tras la desaparición de las posadas (pequeños hoteles de paso) que fueron en su mayoría reconvertidos en viviendas o albergues para damnificados.
En 2017 las autoridades cubanas anunciaron que reabrirían varias de ellas y construirían otras nuevas, pero todo ha quedado en las intenciones ante la falta de recursos y de interés.
Mientras esperan por un problema que al parecer demorara muchos años en comenzar a resolverse las jóvenes parejas acuden a los espacios públicos.
En La Habana, varios de ellos han alcanzado fama por servir a estos encuentros furtivos: la “potajera” de la calle 25 en el Vedado; la Playa del Chivo, a la Salida del túnel de la bahía o los farallones que rodean al hospital Calixto García. El gran problema es que si son sorprendidos por la policía son multados por el delito de “impudicia pública”.
Cada cierto tiempo las autoridades dan batidas en las ciudades para capturar a los “pájaros” que practican sexo en plena calle (porque se sigue insistiendo en que es un problema de homosexuales y no de la sociedad en su conjunto); pero estos se mueven a otra zona y ya.
Como siempre el problema no está en reprimir, sino en crear las condiciones necesarias para que el “mal” no prolifere.