Varadero parece haber sido colocado en la tierra por la madre naturaleza para la práctica del kitersurf. En el célebre balneario el viento sopla del mar a la tierra la mayor parte del año y crea las condiciones perfectas para que los amantes de la práctica puedan disfrutar a tope.
Sin embargo, las cosas en Cuba no son nunca tan sencillas y, aunque la naturaleza ponga de su parte, las autoridades entorpecen siempre lo fácil.
De eso conoce bastante Juan Darién, quien organizó una peña de amantes del kitersurf para practicar el deporte en Varadero. Decenas de interesados se sumaron a su iniciativa y con entusiasmo se trasladaban a las bellas cristalinas aguas del balneario para dar rienda suelta a su pasión hasta que les botaron a cajas destempladas de su territorio.
Los sacaron de la zona de playa entre el Hotel Gran Memories y el Laguna Azul, en la Punta de Varadero y los llevaron detenidos para la estación de policía de Santa Marta.
No les explicaron nada ni establecieron procedimiento legal alguno contra ellos. Sólo les dijeron que cumplían órdenes, tomaron su información personal de los carnets de identidad y luego les dejaron ir.
Según se ha podido conocer, unos tres meses antes los agentes de seguridad del grupo Gaviota habían recibido la indicación de no permitir por “órdenes de la corporación y el MININT el empleo del Kitesurf en la zona de playa de los hoteles del Ministerio de Turismo porque molestaba a los turistas y “era peligroso”.
Cuando Juan Darién y sus amigos acudieron a las autoridades del municipio en busca de explicaciones sobre el proceder de la policía, pero estos le manifestaron que no tenían conocimiento alguno sobre la prohibición.
Su indignación creció cuando observaron que los mismos guardias que los habían expulsado de la zona de playa orientaban a los extranjeros cómo practicar el kitesurfing.
Con razón se preguntan si las molestias y el peligro a los que se refiere la indicación sólo son ocasionados por los cubanos.
Ante sus continuas y justificadas protestas a los miembros de su club les ofrecieron una franja de playa próxima a la calle 29, que es frecuentada por los cubanos y donde son mayores los riesgos de golpear accidentalmente a algún bañista.
Para Juan Darién y sus amigos se trata de una arbitrariedad que viola el Artículo 43 de la Constitución de la República que garantiza a todos los cubanos el disfrute de todos “los mismos balnearios y playas” del país.
Reconocen que el Kitesurf es un deporte extremo, pero juzgan, al mismo tiempo, que ellos lo practican con responsabilidad, cumplen con todas las medidas de seguridad y no son ningunos “improvisados en la materia”.
Pero igual la prohibición se mantiene. Prueba inequívoca de que la vara de medir de las autoridades en Cuba sigue teniendo tamaño distinto para los extranjeros y los cubanos.
