Gloria la Cangrejera, la cubana que era tan puta como torera

Redacción

Gloria la Cangrejera, la cubana que era tan puta como torera

La última plaza de toros que existió en La Habana a finales del siglo XIX fue la de Infanta, llamada de esta forma por su cercanía a la calzada. Sin embargo, lo más sonado de esta plaza, fue sin dudas que en ella hizo su aparición Gloria la Torera.

Con un nivel de propaganda sin igual, se anunciaba a los cuatro vientos que Gloria era la mejor matadora cubana de todos los tiempos. Aquello provocó que el día pactado para su presentación, la plaza estuviese que no cabía un alma más y que llegase a recaudar 80 mil pesos, mucho más que cuando Mazzantini.

Los habaneros estaban ansiosos por ver a aquella personalidad en vivo y en directo, pero cuando la cubana salió a la arena, todos vieron con asombro que, en lugar de un furioso toro, quien salió a enfrentarla fue un tierno becerrito.

Todo se sentían estafados y la mayoría de los presentes reconocieron en Gloria la Torera a Gloria la Cangrejera, una prostituta vecina de la calle de la Bomba, a quien los organizadores habían convencido de tomar parte en la tomadura de pelo a cambio de 40.00 pesos.

Aquello se acabó como la fiesta del Guatao. A buena parte de los que había pagado la entrada no les hizo ninguna gracia la broma y la indignación devino en una cólera generalizada que terminó en una de las más grandes riñas tumultuarias que recuerda La Habana.

Al final fueron más de 30 los que resultaron heridos y solo pudo calmarse la pelea cuando la policía cargó contra la multitud y arrestó a decenas de personas, entre ella a Gloria.

Durante la ocupación norteamericana todavía existía la Plaza; pero fue demolida en los primeros años de la República cubana por un grupo de particulares que adquirieron el terreno y que, al parecer, no les interesaba mucho la tauromaquia.

Seguramente que la pobre meretriz pagó los platos rotos y los delincuentes estafadores se fueron con la plata. Pero así es el ser humano. Si yo pudiera soltaría desnudos a los toreros en el ruedo y que se las tuvieran que ver con varios toros a la vez a ver si les hacía gracia.