Los testigos de Jehová son conocidos por su doctrina severa de no tolerar aquello que es distinto, al punto de rechazar incluso una transfusión de sangre de la que dependiese su propia vida. Se entendiera entonces que su postura hacia la más homosexualidad no es la más tolerante. Sin embargo, el joven cubano Tomiel Cruz Otaño, se las ha apañado para ser gay y a su vez testigo de Jehová.
Su imagen nada tiene que ver con la forma en que suelen vestir los Testigos de Jehová, ya que siempre lleva ropa moderna, tiene el pelo teñido de amarillo, las cejas delineadas y esmalte en las uñas.
A simple vista nadie pudiera adivinar que se trata de un Testigo de Jehová, pero él no se detiene a pensar en ello. Cuando le mencionan la contradicción de que implica ser homosexual con la doctrina religiosa, se limita a señalar que Dios es amor y que condena al pecado y no al pecador.
No obstante, esa no es la opinión predominante ni en Cuba ni en otras partes del mundo. Quizás por eso, Tomiel tomó la decisión de abandonar la congregación a la que estuvo asistiendo durante 10 años.
Iba, sobre todo, por un gran sentimiento de culpa provocado por lo que quería naturalmente ser y lo que le indicaban que era correcto ser. Allí trataba de no verse como una “abominación” y pedía que Dios le “curara”.
Finalmente, terminó por aceptarse y vivir como una persona libre. Reconoce que fue muy duro aceptarse como homosexual, pero logró hacerlo y ahora es mucho más feliz. La gran mayoría de su círculo íntimo actual no tiene idea que Tomiel era un gay que predicaba como ordenan a los testigos de casa en casa.
Con 18 años cumplidos abandonó la congregación, ya que de seguir en ella hubiese terminado casándose y teniendo hijos, pues esto es lo que se suponía que debía hacer, pero nunca hubiese sido feliz.
Hoy no se arrepiente de haber obedecido a su corazón y siente que Jehová vive en su corazón; aunque los Testigos de Jehová lo señalen de por vida con el dedo.