Este cubano fabrica sus propios autos en miniatura y son totalmente funcionales

Redacción

Este cubano fabrica sus propios autos en miniatura y son totalmente funcionales

Para poder salir adelante en Cuba no han sido pocos los grandes inventos que se le han ocurrido a sus habitantes. Sin embargo, algunos han destacado precisamente por ser todo lo contrario y sobresalir al crear cosas pequeñas pero muy curiosas.

Este es el caso de Hugo Díaz, quien se dedica a fabricar autos en miniatura y no precisamente para intentar vendérselos a los turistas, sino para conducirlos por las calles.

A pesar de medir poco más de 180cm x 70cm, sus pequeñas creaciones son completamente funcionales, aguantan cualquier peso y llegan a alcanzar hasta 60km por hora.

Las autoridades le tienen prohibido circular por las calles por temor a que resulte aplastado por algún otro vehículo de mayor tamaño, pero él se las arregla para escapárseles de vez en cuando e incluso en una ocasión recorrió más de 50 kilómetros entre Esperanza – Santa Clara y Calabazar de Sagua.

Hugo siempre soñó con tener su propio auto, pero nunca le fue posible hacerse con uno. En una ocasión, vio un jeep Willy parqueado en Esperanza y le tiró unas fotos para luego reproducirlo en el pequeño taller que tenía en su casa.

Lo que sabe su “ingeniería” lo aprendió en la calle

Aquello le costó Dios y ayuda para poder hacerse con las piezas, pero finalmente le quedó toda una joyita. En muchas ocasiones (por joder) se parque detrás del modelo que lo inspiró. Cuando el dueño lo ve no puede aguantar la risa y le dice… “la verdad que te quedó igualito”.

Hugo es un “ingeniero de la calle”, sus estudios se limitan al haber pasado una escuela de oficios, pero eso no impidió que aprendiera la mecánica de los carros al cacharrearlos todos los días.

A sus treinta y pico años ya tiene en su haber varios carritos, unos de gasolina y otros de batería. Como no puede usarlos en la carretera entonces se busca la vida en las fiestas popular y en los carnavales, donde los alquila por vueltas entre 3 y 10 pesos.

Por su carrito le han llegado a ofrecer hasta 60.000 pesos, pero nunca ha pensado en venderlo, ya que, aunque está consciente que pudiera hacer otro, el amor por sus creaciones no tiene precio.