El Centro de Histoterapia Placentaria de Cuba (CHP) desarrolló un fármaco llamado Melagenina Plus para tratar a las personas que padecen de vitiligo. Constituye un producto efectivo si se aplica con periodicidad por un plazo de 2 a 5 años, pero 3 frascos del mismo apenas alcanzan para 9 meses de tratamiento.
La preocupante escasez de medicamentos actual ha dejado sin demasiadas esperanzas de tratamiento a los que padecen esta enfermedad dermatológica, pues ninguna farmacia de la red estatal del país vende este fármaco. No se encuentra ni siquiera en las “Farmacias Internacionales” que expenden sus productos en dólares.
Muchas de las llamadas «mulas» solían viajar a México e importar este fármaco desde allá para su reventa en Cuba, porque, pese a ser producido en la isla por la empresa BioCubaFarma, es más fácil de encontrar en los centros de salud de Cancún.
En México hay alrededor de una decena de clínicas (la mayoría, en Cancún) que promocionan y recomiendan la Melagenina Plus para tratar el vitiligo, por un costo de 30 dólares el frasco.
El que fuera ministro de Salud Pública de Cuba entre 1995 y 2002, Carlos Dotres Martínez, ejerce desde 2016 en una de esas clínicas privadas y promueve esta medicina en sus consultas de dermatología pediátrica. Paradójicamente, este galeno es recordado por la autoría e implementación de la Resolución Ministerial 54 del 2 de julio de 1999, la que aún impide a los profesionales de la salud cubanos ejercer su trabajo de modo independiente y la que sanciona su contratación en el extranjero si la Empresa Comercializadora de Servicios Médicos (SMC) no la gestiona.
Este medicamento se puede hallar fácilmente en cualquier lugar del mundo, aunque no a precios relativamente baratos. La campaña mundial de promoción de este fármaco cubano se viene desplegando desde la década del 80.
Pese a que el frasco de 235 ml se vende a 130 euros en Europa y a 255 dólares en Estados Unidos, instituciones norteamericanas como la Academia Americana de Dermatología, la Fundación Americana de Vitiligo y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) insisten en que no existe aún una cura para esta condición médica.
A pesar de los esfuerzos de organizaciones y prensa extranjera para deslegitimar el «milagroso» efecto de este medicamento, su exportación ha sido tan exitosa que no ha quedado nada para los propios cubanos.
El acceso de la población cubana al producto de su país es tan limitado que los miles de enfermos de vitiligo en la isla llevan años esperando por ser atendidos y diagnosticados en una consulta médica, pues la lista de espera para este tratamiento suele durar varios años y se precisa obligatoriamente de un diagnóstico para adquirir el fármaco.
El Gobierno no se ha pronunciado al respecto y, en determinadas y muy escuetas declaraciones, han justificado el déficit del medicamento con escasez de materias primas, cuando se ha evidenciado que la recolección de placenta humana (materia en la que se basa su producción y recogida de los salones de parto) continúa siendo notable y gratuita pese a la caída de la natalidad en el país en las últimas décadas.
Mientras los pacientes extranjeros que arriban a Cuba (mediante el programa de turismo de salud) gozan de infinita disponibilidad para atenderse, los enfermos cubanos deben luchar por conseguir un turno para la consulta los primeros y terceros martes de cada mes, cuando representan el 1 y hasta el 2% de la población nacional.
El especialista en Ginecobstetricia y Farmacología de la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana, Carlos Manuel Miyares Cao, descubrió finalizando la década de los 80 la sustancia base de la Melagenina, lo que desencadenó que en 1980 se se suspendieran las exportaciones de placenta a Francia para iniciar las pruebas y producción en cadena del preparado. Simultáneamente, en 1985 se fundó el primer servicio internacional de atención a pacientes de vitiligo en la Clínica Central Cira García.
Casi inmediatamente, Fidel Castro ordenó que se iniciara una especie de sistema de turismo de salud, llevado a cabo a través de la agencia Cubatur, gracias al gran interés que la comunidad científica internacional mostró al escuchar sobre una potencial cura definitiva para el vitiligo.
El preparado comenzó a exportarse en gran volumen entre 1988 y 1991, y se instauran institutos de atención especializada en lugares como Islas Canarias, San Marino, Madrid, Brasil, Bogotá, México, Lima, Nicaragua, Salvador, Argentina, Ucrania, Rusia, Letonia y Nigeria.
Además, se crearon los grupos llamados “Amigos contra el Vitiligo”, asociaciones integradas por enfermos que pedían la introducción del medicamento en sus países, que fueron articulados mediante la gestión del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP).
Ni el Período Especial detuvo la idea que Castro tenía como meta, y en 1995 mandó a expandir la capacidad productiva, por lo que se abrió una planta productora en las proximidades de Valle Grande, en La Lisa.
Se pudiera afirmar que la Melagenina dio el pie forzado para que floreciera toda una industria de «turismo de salud» en la isla, donde actualmente existen más de 20 centros hospitalarios con esta exclusiva meta.
Plataformas de gestión del turismo de salud en Cuba como Solymed Travel y el portal Cubandhealth mencionan estos centros y otros tantos hospitales y centros de investigaciones que, en calidad de hoteles, ofrecen alojamiento para pacientes y sus acompañantes, con actividades recreativas y mucho más.
Estas clínicas especializadas de alto estándar contrastan con el paupérrimo estado del servicio médico para residentes en la isla, y aunque es una de sus ofertas estrella, no existen estudios externos que verifiquen la efectividad que los cubanos le atribuyen a la Melagenina.
Actualmente, la terapia con el producto se ha complementado con dietas, concentrados vitamínicos, corticosteroides.