Uno de los deportes más populares que se practicaba en Cuba antes de 1959, junto al béisbol y el boxeo, era el Jai Alai, que tenía su templo sagrado en el Frontón de la esquina de Concordia y Lucena en La Habana.
El Jai Alaii (que significa “fiesta alegre” en euskera) llegó a Cuba en los albores del siglo XX gracias a las gestiones que ante el Ayuntamiento de La Habana realizaron Tomás Mazzantini, Rufino Osoro y Basilio Zarrasqueta. Fueron ellos quienes consiguieron que el Municipio les cediera la manzana comprendida entre las calles Concordia, Lucena, Virtudes y Marqués González, que era utilizada como depósito de materiales y donde los promotores del juego vasco construirían el Frontón Jai Alai.
Con la ayuda de algunos vascos acaudalados residentes en Cuba consiguieron los cien mil pesos necesarios y en 1901 quedó inaugurado el primer edificio – frontón para la práctica del juego de pelota (a la usanza vasca de cesta a punta) con que contó la Isla. A partir de ese momento ese deporte se arraigó en Cuba con firmeza, dando su suelo notables pelotaris, como Emilio Iguliz, uno de los mejores de la primera mitad del siglo XX.
En 1910 venció la concesión otorgada por el Municipio de La Habana y a pesar de las gestiones realizadas por los directivos y amantes del Jai Alai, el Ayuntamiento no otorgó un nuevo permiso para practicar el deporte hasta el año 1918. La razón expuesta por el Municipio para no renovar la licencia fue la ocurrencia de los altercados que con frecuencia se producían en las tribunas del Frontón Jai Alai debido a las fuertes apuestas que se realizaban durante los juegos.
Bajo el amparo de la Ley del Fomento del Turismo, durante el Gobierno del Mayor General Mario García Menocal, reabrió sus puertas el Frontón, y la práctica del juego se extendió a Cienfuegos, donde se inauguró una nueva instalación.
Las concurrencias al Frontón Jai Alai fueron siempre tan nutridas y los explosiones de entusiasmo de sus tribunas tan estruendosas que los habaneros le bautizaron como “El Palacio de los gritos”.
En la capital cubana existió también el llamado Frontón Habana – Madrid que fue conocido popularmente como “La Bombonera” porque en el practicaban el deporte y competían mujeres pelotaris.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 el Jai Alai estuvo entre los deportes que fueron prohibidos por las autoridades por considerársele elitista, extranjerizante y fuente de corrupción debido a las apuestas.
El Jai Alai de Centro Habana hoy se cae a pedazos y su entorno colonizado por la industria precaria de la lucha por la vida. Se han adosado viviendas a una de sus fachadas. En el barrio, las habitaciones con baño privado que ocuparon los cestistas soportan un zafarrancho de colchones apilados y televisores encendidos. Los cables y los tendederos ocultan el cartel del Toki Ona, el bar que regentó el pelotari Odriozola.