La prensa oficialista cubana ha acatado las órdenes “de arriba” y ha respaldado la justificación gubernamental de que la reciente y grave crisis migratoria se debe a una cuestión económica, no política. Tomando este precepto, quedaría solo deducir que, según el Gobierno, a los cubanos no les importa la ausencia de libertades democráticas y de derechos de construir un desarrollo individual pleno, sino las volatilidades de una economía tercermundista que ‘ellos no pueden solucionar de un día a otro’.
Se conoce que en Cuba las crisis migratorias reaparecen cada unos 5 años, cuando el Gobierno anuncia una nueva “gran idea” que sacará al país de la miseria, cuando, en realidad, solo lo arraiga más en ella. Por ejemplo, la crisis del Mariel se desató en el mismo lustro que el Primer Congreso del Partido Comunista (1975) y una oleada de balseros se dio justo después de la implantación de la llamada Batalla de Ideas.
Un reconocido y brillante economista cubano, que ha ocupado altos cargos en los ministerios de Economía y Planificación y de Comercio Exterior, ha asegurado que en Cuba lo que prima es el voluntarismo político en materia de economía, pues numerosos individuos incapaces ocupan cargos de gran responsabilidad financiera, las iniciativas y “soluciones” se plantean y ejecutan sin ningún tipo de sentido común ni planificación, y la economía nacional es extremadamente voluble, un experimento de lo que esté de moda, nada más que una improvisación, siguiendo el paradigma que dejó Fidel, el mismo que malgastó millones del benefactor soviético en mega proyectos que no eran más que puras ilusiones, nacidas de caprichos y desinformación.
Los cubanos no se van por los problemas económicos (pues los que emigran, lo hacen porque tienen un capital para hacerlo), sino por los problemas políticos que hacen de nuestra economía un chiste.
Los expertos Bruno Sovilla y Francisco García Fernández también han apoyado la afirmación de que los bruscos fracasos y rectificaciones de las políticas económicas cubanas desde el 59 han coincidido con las etapas de crisis migratorias porque las decisiones económicas siempre han estado subordinadas a las prioridades políticas de los gobernantes.
El economista y profesor universitario Sergio Garcés considera que la base de esta economía es más bien la ideología, porque lo que ambas son inherentemente inestables. Por ello, el análisis del fenómeno migratorio cubano, aunque probablemente haya sido motivado, en su mayoría, por temas económicos, también contempla un profundo trasfondo político, dado por las circunstancias en las que se desenvuelve.
Por ejemplo, la masividad con los cubanos se tiraron al mar en los 80 reveló las grandes fisuras del modelo de socialismo tropical, y agudizó los problemas internos.
Leidis Dávila, joven socióloga e investigadora cubana, opina que la emigración cubana tiende a ser vista como económica; no obstante, la esencia del fenómeno es político. ¿Cuáles serían las razones por las cuales emigrar si en el país de origen se cuenta con dinero u oportunidades suficientes para prosperar financiera y espiritualmente? En Cuba, a diferencia de los migrantes del resto de América Latina, principalmente emigran aquellos que se han hecho con un pequeño capital para pagarse una escapada. “Los cubanos escapan del país, se escabullen, y eso es una acción política, no económica”, concluye la especialista, aclarando además que las personas se van porque no se creen que habrán cambios.
Sin embargo, la apatía política y el egoísmo no llegan a justificar completamente la emigración de masas, especialmente si se tiene en cuenta que los picos migratorios convergen en los períodos en que el Gobierno decidió apostar por nuevos experimentos económicos en una táctica de prueba y error, y sobre todo de error.