La casa del traidor: una desconocida leyenda urbana a solo metros de la Catedral de La Habana

Julio César

La casa del traidor: una desconocida leyenda urbana a solo metros de la Catedral de La Habana

La Plaza de la Catedral enamora por su arquitectura dieciochesca. No solo es admirable la majestuosa iglesia, sino también las casas que cercan la plaza. Hoy me gustaría contar la historia de una de esas edificaciones, la casa donde se encuentra el actual restaurante El Patio.

Ubicada al oeste de la plaza, el Palacio de los Marqueses de Aguas Claras, como comúnmente se le conoce, resalta entre las otras viviendas por su singular estilo en la arquitectura. Su primer morador, Don Sebastián Peñalver y Angulo, un destacado abogado graduado de la Universidad de Santo Domingo, comenzó la construcción de su palacio en 1751. Veinte años después culminaron las obras, solo que la casa ya contaba con un propietario diferente, Don Antonio Ponce de León, primer marqués de Aguas Claras. Pero, ¿Qué ocurrió con su antiguo dueño?

El Palacio de los Marqueses de Aguas Claras, como comúnmente se le conoce

Para el año 1762, la ciudad de La Habana era en extremo codiciada por las potencias europeas (Inglaterra, Francia, Holanda). Su desarrollo económico-social, su privilegiada situación geográfica y su envidiado puerto se volvieron irresistibles para Inglaterra, quien en el año mencionado decidió invadir la ciudad cubana, con 25 mil soldados a bordo de doscientas embarcaciones.

La resistencia de la urbe fue notable, sin embargo, los ingleses lograron ocupar la actual capital durante once meses. Don Peñalver, habanero de nacimiento, decide convertirse en aliado de los invasores y no en cualquier aliado, pues ostentó el título de Teniente del nuevo gobernador, el conde Albermale. En el año de 1763, la invasión inglesa termina, pues España e Inglaterra llegan a un acuerdo donde truecan la ciudad de La Habana por Florida. Peñalver, alias el Inglesito, era conocido por todos como un traidor y, como tal, juzgado. Fue condenado a pena de muerte, pero la sentencia se sustituyó por el confinamiento en un presidio africano, donde Peñalver falleció tras diez años de prisión.

Los vecinos y demás ciudadanos pasaban frente a la casa con gestos de horror, algunos hasta se persignaban y otros señalaban la vivienda mascullando entre dientes: “Esa es la casa del traidor”. Calificativo que quedó impregnado en la historia de la casa, aun cuando sus propietarios iban y venían.

La construcción de esta casa, ubicada en la Plaza de la Catedral, duró más de veinte años

En 1870 pasó a manos de los condes de San Fernando de Peñalver; luego se convirtió en el Colegio San Isidro el Labrador. En 1935, la edificación fue adaptada para establecer en ella la sede del Banco Industrial. Hoy por hoy, la casa del traidor se erige como el restaurante El Patio, donde es posible disfrutar de una buena comida mientras se aprecia el estilo del lugar.

El palacio se diferencia de las restantes casas por su fachada barroca, similar al estilo de la Catedral, pues ambas fueron construidas a la par. Posee un patio interior rectangular, a la manera andaluza, rodeado de vegetación que aporta frescor natural en plena ciudad. El patio está coronado con una hermosa fuente, hoy hogar de varias jicoteas. Otra característica singular de la vivienda es su ausencia de zaguán, presente en el resto de la estructura de las casas del siglo XVIII. De este modo, se accede directo al patio central y a las galerías que lo rodean, estas últimas cerradas con mamparas y hermosos vitrales de colores.

La casa del traidor es solo un ejemplo de todas las leyendas y el misticismo que rodean a las edificaciones de La Habana, una ciudad llena de historias por narrar.