En el año 1972 a Fidel Castro se le metió entre ceja y ceja la desición de renombrar el pequeño pedazo de tierra que anteriormente se conocía como Cayo Blanco con la nueva denominación de Cayo Ernest Thaelmann. Su decisión fue conocida en medio de unos de sus tantos viajes a Berlín, como forma de honrar a sus anfitriones.
Castro volvió de esa travesía con un contrato firmado en el que accedía a conceder el 6% de las exportaciones de azúcar blanca cubana a la República Democrática Alemana (RDA).
La RDA tomó posesión de la pequeña isla el 18 de agosto de 1972, cuando envió un busto de Ernst Thälmann, un héroe y símbolo del Partido Comunista de Alemania.
Se enviaron instrucciones precisas que establecían los requerimientos de instalación del homenaje: debía ser colocado sobre un pilar de 4 metros de altura, para que el mártir observará el horizonte desde lo alto para siempre.
En el verano de 1975 se registraron temperaturas en Berlín increíblemente altas (nunca más alcanzadas hasta 2019) y la isla fue olvidada por la Alemania Comunista….
Un ciudadano alemán común, en 2001, halló un recorte de periódico muy viejo sobre el asunto, que su madre guardó siempre con mucho orgullo dentro de un joyero, junto con sus pertenencias ms queridas, pues, en vida, siempre deseó ir de visita al cayo de la RDA.
El hombre, con la esperanza y la decisión de cumplir él el gran anhelo de su madre, envío el hallazgo a la redacción de la revista “Thema 1”. El director de dicha, Marcel Henninger, inició la tramitación de la reclamación territorial de la pequeña isla, que fue seguida de cerca por el periódico “TAZ”.
La Alemania actual, según deducciones de los implicados, seguía teniendo derechos sobre el territorio cedido por Fidel. El cayo fue declarado 17º Estado Federado de la República Federal Alemana por la revista el 12 de febrero de 2001.
Al día siguiente, fue confirmado por un comunicado del Ministerio alemán de Relaciones Exteriores que la rebautización y la firma sobre el mapa en aquel año fueron actos simbólicos, sin valor legal con respecto a la propiedad, por lo que la Alemania actual no presentaba derechos a la reclamación.
La isla tiene unos 15 kilómetros de extensión y unos 500 metros de ancho, y esta totalmente deshabitada por humanos y rodeada por arrecifes.
Es un destino turístico único, donde abunda una gran cifra de especies marinas endémicas y en peligro de extinción, como el coral negro.
Las playas de Cayo Blanco son completamente vírgenes; constituye un paraíso excelente lleno de tranquilidad, arenas finas blancas y aguas azules y cristalinas.