Poco saben de la existencia de la orden paramasónica Las Hijas de la Acacia. Sin embargo, la institución está cercana a cumplir sus 100 años y ha llegado la hora de su reconocimiento y distinción dentro de las logias del mundo. La Asociación Acacista de Cuba es la primera orden que aúna bajo su seno a las mujeres cubanas y les permite
forjar una entidad autónoma, libre de prejuicios y vocera de los principios de equidad y justicia.
El hecho de que las mujeres no puedan pertenecer a las logias masónicas es un tema en extremo controversial, sobre todo, en los tiempos que corren en la actualidad, donde los movimientos feministas son cada vez más exigentes y tienen un mayor alcance. Empero, una defensa de esta delimitación se encuentra en los antiguos postulados de la Masonería, donde se declara específicamente que solo se admitirán en la orden «los hombres libres, de buenas costumbres, edad adulta y capacidad suficiente para comprender y practicar la enseñanza de la Institución».
La cuestión de si es posible hacer cambios en esos antiguos tratados que aprueben una equidad de género es más
que justificable y debatible. De hecho, a lo largo de los años algunas instituciones femeninas han realizado el intento de interrelacionarse con las logias de hombres, pero todos y cada uno de esos intentos ha fallado. Por el momento, debemos seguir el ejemplo de las Hijas de la Acacia quienes crearon su propia orden, bajo sus propios mandatos.
Se le llama paramasónica porque trabajan en conjunto con los masones y promulgan valores y principios en común. En efecto, la orden completa la tríada de la Masonería Universal «Libertad, Igualdad y Fraternidad», con su tríptico de «Paz, Amor y Caridad». No obstante, Las Hijas de la Acacia son independientes de las logias masónicas: tienen sus propios rituales litúrgicos, emplean diferentes signos y palabras de reconocimiento, existen otros grados dentro de la asociación y exigen distintos requisitos.
Aprendamos ahora un poco de la historia de la fundación de esta orden, paradójicamente, creada por un hombre. Eran los años 30 del siglo pasado cuando el masón de trayectoria impecable Gabriel García Galán se decidió por un proyecto que incluía a la mujer en la labor masónica. Galán siempre identificó a la mujer como su igual y, por tanto, luchó por el lugar que merecía en una institución a la que podía aportar tanto como un hombre. El proyecto presentado en la Sesión Semestral de la Gran Logia de Cuba en 1936 no establecía la entrada de las mujeres a la logia masónica, pero tampoco las excluía totalmente de ellas.
Galán encontró la solución intermedia en las instituciones paramasónicas, de este modo, se respetaban los Antiguos Límites y las logias ganaban una orden femenina. La propuesta fue aceptada. El 21 de marzo de 1937 en la Catedral Escocesa de La Habana y en presencia del Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba se inauguró la Logia número 1 de la Orden «Hijas de la Acacia», integrada por un grupo pequeño de 43 mujeres. Fue elegida puntualmente esta fecha debido a la conmemoración del natalicio del masón mexicano Benito Juárez.
Las Hijas de la Acacia tiene actualmente 43 logias dispersas a lo largo de la Isla. Su centro institucional, el Gran Consejo de la Orden, se encuentra en el Templo Nacional Masónico, con sede en la Gran Logia de Cuba y está conformado por la Gran Gentil Mentora, la Gran Secretaria con su adjunta, la Gran Tesorera con su adjunta y la
Presidenta de la Academia de Altos Estudios Acacistas. Para ser recibido en la institución, deben cumplirse los siguientes requisitos: ser mujeres libres, de buenas costumbres y correcta conducta moral, entre 18 y 60 años para su iniciación, con solvencia económica que le permita pagar sus cuotas, gastos sociales y otras contribuciones sin sacrificio. En la orden solo existen dos grados: iniciadas y mentoras. Para ocupar un alto cargo, como los mencionados anteriormente, es necesario ser mentora y para ello, se debe aprobar un examen que demuestre los conocimientos aprendidos sobre la historia y los principios de la orden.
La organización es propulsora de los preceptos de paz, como la mayor verdad a la que debe aspirar el hombre, amor y caridad. De ahí, que ellas mismas pongan en práctica sus propios mandamientos y realicen acciones benéficas en hospitales, centros de ancianos y otros. Entre sus principales metas se encuentra el mejoramiento humano, el rescate de los valores éticos y morales en la sociedad y el cumplimiento de la justicia en cualquier escala.
Actualmente, las Hijas de la Acacia reúne a más de 1800 mujeres cubanas. Cada una de ellas se crece cada día como ser humano, como mujer y como ser activo de esta sociedad. La institución no es un complemento de las logias masónicas y este aspecto debe tenerse muy en cuenta. La orden es totalmente independiente, autónoma y, si bien
defiende los mismos principios y valores morales que la Masonería Universal, es precisamente porque son estos principios y estos valores por lo que debe luchar cualquier sociedad que aspire a la paz y la mejoramiento del ser humano.