Tomás Estrada Palma (1835-1908), de origen bayamés, fue una figura de gran relevancia dentro de las tropas independentistas, llegando incluso a la presidencia en dos ocasiones. Para algunos, entre ellos José Martí, era un patriota. Sin embargo, para muchos otros, era considerado un capitalista, infame y vendepatria.
Gracias al apoyo recibido por veteranos y patriotas, y de Estados Unidos, Estrada Palma alcanzó la presidencia de la nueva República de Cuba y, más tarde, ejerció presión para ser reelegido como presidente de Cuba.
Para no pocos, que hubiese preferido la segunda intervención norteamericana como solución a la situación existente en el país, y con ella el estallido nuevamente de la guerra en la Isla, quedaba claro que la fe que tenía en los cubanos no era mucha.
Junto a Martí estuvo presente en diferentes sesiones del Partido Revolucionario, llegando incluso a tener una participación bastante activa.
De su manejo como presidente no puede decirse que andaba buscando llenar su propio bolsillo, ya que ni siquiera tenía mucha ropa y sus pocos trajes en ocasiones eran remendados por su esposa. Se registra que dejó al Estado millones en las arcas públicas y que su única condición fue que ese dinero fuera usado cuidadosamente.
Durante la República fueron números los actos en su nombre e incluso llegaron se llegaron a erigir estatuas para homenajearlo, pero luego del cambio de criterio sobre su persona, mucho olvidaron todos los aciertos que tuvo en su época.
Tomas Estrada Palma fallece el 4 de noviembre, en Santiago de Cuba. Sus restos fueron sepultados en el cementerio de Santa Ifigenia y aún hoy en día permanecen allí.
Con sus virtudes y defectos, Tomas Estrada Palma está condenado a trascender en la historia como el cubano que vendió su patria, ya que, si una vez jugó un rol importante en el desarrollo de la historia nacional, nunca más volverá a merecer el tributo tangible que tuvo de sus contemporáneos.