Un estudio de la Universidad Internacional de Florida (FIU) muestra que las personas que hablan el español como en España son percibidas entre los hispanohablantes de Miami de una manera más positiva que las que lo hacen como en Cuba o en Colombia.
Si suena como un español de la península ibérica la gente tiende a pensar que se trata de una persona más educada, con mayores ingresos, un empleo más cualificado y una familia con más dinero, señala el autor del informe, el sociolingüista Phillip M. Carter.
Si hablas como un cubano de la isla es lo contrario. Te perciben como menos educado, con menos dinero, un trabajo menos cualificado y con una familia menos adinerada que a un español, y la percepción del que tiene acento y modismos colombianos está a medio camino entre la del español y la del cubano, dice Carter.
Lejos de ser algo anecdótico, el estudio muestra que los juicios que se hacen sobre una persona por su manera de hablar pueden tener un impacto importante y hasta “grave” en la vida, afirma Carter en una entrevista con Efe en la que destaca cómo podrían influir a la hora de ganar un empleo, alquilar un apartamento o solicitar un crédito.
Carter todavía está sorprendido de que en una ciudad donde los cubanos son mayoría y han triunfado en muchos campos, los juicios de valor sobre los que hablan el español de Cuba sean peores que los de los hablantes de la península ibérica.
Cuando se le pregunta si el hecho de que para la prueba se usara como modelo un cubano nacido y educado en La Habana y no en Miami puede haber influido dice que podría ser, aunque para él la causa principal es que conceptos como la “madre patria” y el castellano como “lengua verdadera” funcionan todavía.
Para hacer el estudio, en el que colaboró la Universidad de Texas en Austin, se les pidió a casi 300 personas que escuchasen grabaciones de tres hombres entre 30 y 34 años, formación universitaria y un empleo en Miami desde hacía por lo menos un año.
A los participantes no se les dio más información sobre los tres que su fecha de nacimiento, su color favorito y en qué país nacieron sus padres.
En este último punto los autores del estudio “manipularon” la información y pusieron a cada uno de ellos unos padres nacidos en un país diferente al de ellos.
Los dos lectores, además del habanero, eran uno de Barcelona (España) y otro de Bogotá (Colombia), pero esa información no se les facilitó a los participantes, de los cuales un 67 % se identificó como latino o latina y un 52 % como hispanohablante nativo.
El siguiente paso que debían dar los participantes era asignar a cada uno de los lectores una serie de atributos relacionados con sus ingresos, su profesión y su entorno familiar.
Cuando se les pidió que valoraran del uno al cinco quién tenía mayores probabilidades de ser abogado, el barcelonés recibió una puntuación promedio de 3,4 puntos, el bogotano de 2,8 y el habanero de 2,7.
Por el contrario, los participantes consideraron más probable que el colombiano y el cubano trabajaran en una tienda de teléfonos celulares, pues ambos obtuvieron en promedio 3,1 puntos frente a 2,6 del español.
Al ibérico le atribuyeron unos ingresos anuales de 62.300 dólares, al cubano de 49.605 y al colombiano de 49.175 dólares.
Según los participantes, el cubano es el que tenía más probabilidades de que su familia fuera pobre (3,4 puntos), seguido del colombiano (3,3) y el español (2,9).