Cuba, durante los últimos años de la década del 80 y comienzos de los 90, se vio envuelta en una triste etapa que pasaría a la historia como el “Período Especial”. Por aquel entonces, los cubanos comenzaron a vivir en medio de una carencia de todo y solamente una pequeña parte de la población tenía acceso a cierto nivel de vida, según su poder adquisitivo.
Las diferencias comenzaron a notarse cada vez cuando se despenalizó el dólar. A su vez, la emigración y la llegada de remesas fue otro de los factores que propició que se abriera más la brecha entre quienes tenían dólares y quiénes no (muy similar a lo que está ocurriendo en la actualidad con la apertura de la nuevas tiendas en dólares).
Aquellos que tenían acceso a los servicios y bienes destinados al turismo comenzaron a ser vistos como personas con mayor poderío económico, ya que de lejos era posible apreciar que la supuesta igualdad social no era más que un cuento de camino.
Aquella forma holgada de vivir, tan diferente a como vivía la gran mayoría de la población, por lo general dependía de otras personas. Aquellos que trabajaban con extranjeros (entiéndase prostitutas, proxenetas, contrabandistas, etc) se podían permitir números privilegios y, al mostrarlo sin tapujos a las demás personas, quedaban excluidos de aquellos grupos que vivían sumidos en la más oscura necesidad.
No fueron pocos quienes utilizaron su superioridad económica para mostrarle a los achicharrados revolucionarios (que tampoco tenían nada) la felicidad de la que disfrutaban con el dinero obtenido de la inmoralidad, ya que gracias a ello podían satisfacer sus necesidades y lograron tener otro estatus económico.
En la actualidad los especuladores son vistos de forma muy diferente y generalmente su estética está influenciada por el reguetón y su fanatismo por la joyería y las marcas.
No son pocos los casos de personas que visten con copias de ropa marcas famosas, que “se tiran” encima numerosas cadenas, manillas y anillos de alto valor y se pasean por las calles para que todos puedan apreciar que ellos “sí tienen dinero”.
Es una realidad que hasta la más mínima demostración de poder adquisitivo puede hacer que la gente sea envidiada. Generalmente, quienes acostumbran a “especular” son personas de bajo nivel cultural y poseen una forma de pensar subdesarrollada.
No obstante, con el paso de los años, muchos de estos especulares han aprendido que quienes verdaderamente tienen mucho dinero llegan a Cuba vestidos de la forma más sencilla posible. Por ello, muchos de estos especuladores han cambiado un poco la forma de vestir y lucir, aunque ni de lejos la Isla está libre de este tipo de personas que se siguen sintiendo bien robándose la vista de todos y sabiendo que medio barrio habla de todo lo que tienen.