Le cambiaremos el nombre a Solange. Ella se tarda casi una hora en maquillarse y vestirse con ropa de marca (pirata) que les compra a plazos a las llamadas mulas que se abastecen en la Ciudad de México.
Tres veces a la semana cubre la misma ruta por algunos bares de alto estándar en la capital, donde una cerveza nacional cuesta 4 CUC y unos pinchos o tapas rondan los 7 CUC.
“Nos movemos en los bares privados porque no es tanto el fuego (vigilancia) y cada una llevamos entre 30 y 40 CUC. Como somos jóvenes, bonitas y de buen cuerpo, no es nada fácil darse cuenta que en realidad estamos jineteando. La mayor parte de las veces ligamos con un extranjero. No vamos así de pronto a pedirles dinero. Nos pasamos la noche compartiendo y tomando. Luego nos vamos a la cama y nos buscamos entre 100 y 200 CUC. Todo está en el tipo de yuma que consigamos. Por ejemplo, los españoles son unos tacañones, los italianos tienen la cara durísima y si los dejan no nos dan ni este peso. Los canadienses y mexicanos pagan bien, pero los que realmente son espléndidos son los cubanos que viven en Estados Unidos”, cuenta Solange.
Una de sus amigas proviene de una familia que es un verdadero dolor de cabeza y además tiene una niña pequeña de un año. Cuando el central azucarero de su pueblo cerró, su madre tuvo que salir corriendo de la casa para escapar de las tundas que le daba su marido.
“Yo solo tenía dos añitos y mi infancia fue muy pobre y aburrida. Cuando cumplí 14 años me fui para Santiago y comencé a jinetear. Aquello no era como hoy en La Habana, allí había que morder a cualquier que estuviese dispuesto a pagar por un rato de diversión. Una noche me cansé de todo aquello y vine para la capital, donde ya llevo más de seis años. Hay meses en los que me voy fácil con más de 500 fulas y otros en los que el dinero apenas me alcanza para comer. Siempre le paso algo a mi tía en oriente que es quien me cuida a la niña. No sé hacer otra cosa en la vida, pero no me quejo de lo que gano”, cuenta esta joven.
“En Cuba deberían permitir tener licencia para damas de compañía o algo así. La cantidad de jineteras que hay ya no las para nadie. Cada quien es responsable de lo que hace con su cuerpo. Y la prostitución es el empleo más viejo que existe en el mundo”, considera Solange.
No existen cifras oficiales sobre la cantidad de jineteras que existen en Cuba, pero se estima que tan solo en La Habana debe haber unas 15 mil, o quizás más.
Lo más triste del caso no son las jineteras que cada noche salen a las calles a buscarse el dinero, sino los miles de adolescentes de ambos sexos que consideran la prostitución como una forma de ganar dinero, debido al trabajo que pasan para tener un buen plato de comida en su mesa y alguna ropa decente que ponerse.
En Cuba nunca llegó a desaparecer la prostitución por completo, pese a la fuerte cruzada librada por el ya fallecido ex gobernante Fidel Castro para que las mujeres que se dedicaban a esto encontraran un modo de “reinsertarse” en la sociedad.
No han sido pocas las familias que han mejorado notablemente su calidad de vida gracias a una hija o hijo que se ha prostituido y luego se ha casado con un extranjero o con un cubano con dinero.
Resulta alarmante escuchar hablar a algunos adolescentes del tema, ya que algunos consideran que jinetear no es solamente una buena opción, sino la única opción para tener un poco de trapos que ponerse, contar con un teléfono moderno o tener cuatro pesos en el bolsillo.