Corría la década de 1920 en Cuba, cuando en las calles 25 y N del Vedado capitalino se alzaba una de las casas más majestuosas de entre toda la burguesía cubana de aquel tiempo. Esta perteneció a Fausto García-Menocal y Deop, quien fuera un destacado político cubano y nada más y nada menos que el hermano de Mario García Menocal, el presidente de la República.
Lo que un día fue una imponente obra arquitectónica, hoy se encuentra en un penoso estado constructivo, la vegetación ha invadido sus agrietadas columnas y el portón se encuentra lleno de óxido. Según se cuenta sobre este inmueble que en la actualidad funge como Palacios de los Matrimonios, fue durante el Período Especial cuando comenzó a a deteriorarse de manera gradual hasta llegar a su estado actual.
El lobby carece de todo tipo de belleza y romanticismo, aun cuando se trata de un sitio en el que las parejas acuden a casarse. La carpintería se encuentra prácticamente en ruinas y, en el sitio en el que un día estuvieron colocados bellos cristales, hoy no son más que unos orificios remendados de manera grotesca.
El personal que labora allí es bastante poco y carecen de los recursos para devolver su etapa de gloria al sitio. Según algunos de los trabajadores no cuentan con el apoyo necesario por parte del Gobierno, que es la entidad a la que se subordina, para lograr la adquisición de herramientas necesarias para lograr el mantenimiento adecuado del lugar. Debido a sus malas condiciones constructivas el segundo piso fue clausurado.
Dentro de las razones fundamentales para la exigencia de restaurar el inmueble se encuentra primeramente que en este lugar se ofrece un servicio habitual para los ciudadanos sean naturales o no y lo más correcto es brindarles un buen servicio y dejarles un bello recuerdo.
Por otra parte este edificio se encuentra en un listado existente de edificaciones de gran valor y cuenta con grado de protección 1. Esta categoría es la que le ofrece la prioridad y fue establecido en la Ley de Monumentos Nacionales y Locales, la cual fue creada precisamente para proteger y preservar los edificios con altos valores patrimoniales, culturales e históricos.
Este lugar posee una gran relevancia patrimonial e histórica pero además brinda un servicio social a la población. Su mal estado constructivo representa una afrenta principalmente para el pueblo cubano, la cultura arquitectónica cubana y los valores.
