Luego de tres meses de estar batallando para conseguir un turno médico para ver a un especialista en angiología, haber regalado unas cuantas libras de malangas y hasta un pernilito de puerco, la doctora de un policlínico de Artemisa finalmente le informó a su paciente Ramón que le había conseguido una consulta con unos de los mejores angiólogos del país.
Desde hace más de un año que a Ramón se le inflaman los brazos y las piernas.
“No se cuántos exámenes me han hecho ya y no me sale nada. El dolor es del carajo y me encuentro imposibilitado de llevar a cabo mi ritmo normal de trabajo. Por eso fue que luché para conseguir que me vieron un angiólogo de pegada de La Habana, para de una vez por todas saber qué es lo que me está pasando”, cuenta Ramón.
El día pactado Ramón se puso en función desde bien temprano. Se empinó su poco de café en su jarrito de aluminio y salió para coger un carro que lo llevara hasta La Habana, para luego desplazarse hasta la Covadonga.
Para desgracia Ramón ese día el especialista no pudo ir, con tan mala suerte que para el día que lo citaron por segunda vez tampoco pudo dar con el angiólogo.
“Cuando por fin logré dar con el doctor, y luego de soltarle un par de ristras de cebolla, unas seis libras de queso blanco y 20 CUC, el hombre se puso de a lleno para las cosas”, cuenta Ramón con una sonrisa en su rostro.
A partir de ese momento su salud ha ido mejorando notablemente, aunque eso ha sido gracias a una atención privilegiada por parte del angiólogo, quien hasta visita a Ramón en su finca con bastante frecuencia.
“A cada rato me caer por aquí y se lleva un poco de limones, naranjas, papas y algún pedazo de carne. Ya es como un miembros más de la familia”, señala el campesino artemiseño.
Si bien es cierto que la atención médica en Cuba es gratuita, la marcada crisis económica y inflación de la doble moneda hacen que incluso los médicos, cuyos salarios son de los más elevados en el país, se dejen el sueldo al comprar algunas frutas, viandas y carne de cerdo, por lo que no es de extrañar un trato preferencial a quienes le resuelven sus problemas.
Hace algún tiempo los regalos consistían en unos jabones, un bocadito de jamón y queso, y una lata o pomo de refresco de cola. Sin embargo, de un tiempo para acá los regalos han ido subiendo de tono y van lo mismo desde una recarga al móvil hasta la invitación a una casa en la playa con los gastos pagados para ellos y sus familiares.
No es secreto para nadie, los pacientes más cotizados son aquellos cubanos radicados en Estados Unidos que viajan a Cuba a recibir atención médica.
“El año pasado atendí a dos cubanos que vinieron a arreglarse la boca. Tuve unas cuatro o cinco sesiones con cada uno. Al final, me pagaron 150 CUC por cabeza, con lo que pude resolver la cena de noche buena, la de fin de año e incluso me quedó dinero”, confiesa un estomatólogo habanero.
Esta tendencia a “tocar” a los médicos ha generado marcadas desigualdades en el trato de los especialistas, algo de lo que los pacientes se han quejado en no pocas ocasiones.
“Es más sencillo que te reciba un ministro a que te vea un alergista en La Habana. Todos están de misión en el extranjero o sabe Dios haciendo que. Para cogerles la chapa es una historia. Van a las consultas una o dos horas al día o sencillamente no van. Tienen pacientes fijos que les hacen buenos regalos y para ellos siempre hay tiempo. Al paso que vamos yo creo que va a ser mejor que el gobierno comience a cobrar la salud pública”, comenta Osmel.
La necesidad ha obligado a que no pocos especialistas se hayan montado una especie de negocio con las consultas médicas por la izquierda. Una buena atención va de la mano de buenos regalos. Especialmente de artículos caros o de pesos cubanos convertibles.