Ana María, una turista procedente de España, se rentó durante varios días en el Hotel Plaza, situado en pleno corazón de La Habana. La situación que vivió allí, dice que no se la desea a nadie.
Pese a sus cuatro estrellas y los recientes remozamientos que se le han practicado, las habitaciones según Ana María lo que daban era asco, los techos se filtraban cuando llovía y hasta los grifos estaban sueltos.
El caso de Steven, quien viajó desde Bahamas y se rentó en el hotel Vedado, no fue mucho mejor.
“Hasta cucarachas había en el hotel. En tres ocasiones me tuve que cambiar de cuarto porque el aire acondicionado no funcionaba. Las sábanas están empercudidas y la mucama no ponía ni el papel sanitario. Las paredes también dejaban mucho que desear, ya que muchas estaban cuarteadas y pedían a gritos una mano de pintura”, cuenta Steven,
Las peripecias en algunos hoteles cubanos no solo las cuentan los visitantes foráneos. Los propios cubanos que visitan estas instalaciones no pocas veces hacen uso de las redes sociales para sacar a la luz lo que algunos consideran una “falta de respeto” a los clientes.
“El clima enfriaba muy poco, prácticamente nada. El televisor de la habitación era del año de la corneta, el colchón durísimo y hasta la mesita de noche le faltaba una pata”, refiere Dioel, quien es dueño de la cafetería de comida rápida y se hospedó durante unos días en el Hotel Vedado.
No hace mucho que una pareja de reporteros de AP se alojó en el hotel Quinta Avenida por una noche. Según ellos, la experiencia fue bastante mala.
Antes de lanzarse a rentar una habitación en un hotel de Cuba es de vital importancia comprobar el año de construcción del sitio, si ha recibido algún mantenimiento y si la administración del mismo es cubana o extranjera. Mayormente, las instalaciones administradas por extranjeros funcionan mucho mejor, es de mejor calidad la comida y, si la habitación presenta algún contratiempo, intentarán darle solución los más rápido posible.
Los hoteles no son los únicos que adolecen de un estado de abandono y la falta del mantenimiento que llevan. Al caminar por las calles de La Habana, es común tropezarse con no pocas tiendas en divisa (las llamadas shopping) que piden a gritos que se le pase la mano con ganas.
“Fíjate si al gobierno le importa poco como están las cosas, que incluso las tiendas que reportan grandes entradas de dinero están a merced de la suerte para que sus techos no se vengan debajo de un momento a otro”, considera Bárbara, quien vive muy cerca del centro comercial Galerías Paseo.
Por su parte, un empleado del hotel Habana Libre, identificado como Ricardo, asegura que el presupuesto asignado a las labores de mantenimiento es muy bajo.
“Varias brigadas han estado remozando las habitaciones del hotel durante los últimos cinco años, pero como el presupuesto es muy bajo tienen que estar parando cada cierto tiempo y así no es posible que se vea el avance. Antes del coronavirus, la ocupación habitacional del hotel rara vez sobrepasaba el 50 por ciento”, asegura.
“Las reparaciones deberían estar en el presupuesto cada cinco años. Pero jamás y nunca esto se hace así. Por eso es que se pueden ver bombillos fundidos en los pasillos, equipos de clima que no enfrían y hasta muebles rotos. Se requiere más dinero el estar realizando este tipo de arreglos que planificar el debido mantenimiento y remozamiento”, añade.
Si al mal estado de mucho hoteles y centros turísticos en la Isla se le suma la poca atención al cliente y el pésimo servicio gastronómico, surge una interrogante. ¿Está Cuba realmente preparada para recibir cinco millones o más turistas en un año? Lo más seguro es que no.