En el icónico balneario cubano de Varadero, menos el aire que se respira, todo lo demás es bastante caro. Sin embargo, dentro de poco puede que hasta el aire se convierta en un negocio según los pronósticos de Andy, un mediotiempo nacido y criado en el poblado de mayor nivel de vida en la Isla.
Andy tiene entre ceja y ceja el “echar para adelante” un negocio de vender aire comprimido en vasijas de cerámica y agua de mar envasada en botellones de madera que pretende decorar con paisajes del famoso balneario.
“A mí sí que no hay quien me haga un cuento. Yo fui marinero y en Tokio y otras grandes ciudades se vende hasta el aire. Ahora mismo estoy creando una página web para promover esos productos. El agua del mar de Varadero es altamente recomendable para personas que presentan problemas dermatológicos, sobre todo hongos en los pies. El precio aún no lo tengo claro, pero estoy en ello”, comenta Andy.
A este futuro emprendedor no le falta ningún tornillo. Varadero es una ciudad cuyos precios duplican a los de cualquier otra urbe cubana, incluida la capital, donde los precios son de infarto en muchos aspectos. Menos un submarino o un jet privado, en el mercado negro que funciona en Varadero es posible comprar prácticamente cualquier cosa.
Algunos como Pablo, un ex militar retirado, se dedican a la comercialización de mariscos, los cuales tienen mucha demanda y dejan buenos dividendos.
“Calamares, langostas y camarones. Por mis manos pasa de todo. Yo vendo los paquetes limpios a un precio fijo, pero si se trata de una paladar que me quiere comprar al por mayor, entonces llegamos a un acuerdo y así ganamos todos”, cuenta Pablo.
Otros se dedican a la venta de ron y tabacos a un precio mucho menor que en las tiendas estatales.
La venta de alimentos por la izquierda también tiene mucho mercado en Varadero. Lo mismo se encuentra un kilo de queso gouda, que carne de res o jamón serrano.
No hay que ser un erudito para imaginar de donde proviene toda esta avalancha de alimentos, bebidas y otros artículos que hacen ola en el mercado subterráneo de Varadero. Más de 50 hoteles y villas turísticas funcionan como una especie de tubería directa que alimenta el mercado negro que impera en la zona.
Con sus grandes almacenes de insumos, Varadero se ha convertido en la meca sagrada de los negocios “por la izquierda”. Cualquier trabajador de alguno de estos sitios se roba lo primero que tenga a mano. Da igual si es un limpia pisos o un cocinero, buena parte de los trabajadores de los hoteles entran en el “juego”.
Quienes viven legalmente de sus negocios en Varadero, mayormente regentan casas de renta o paladares. A su vez, existe casi un ejército de personas que a diario recorren las playas vendiendo artesanías, caracoles y hasta estrellas de mar.
Los taxistas privados circulan por toda la ciudad. Además de los locales, muchos otros proceden de provincias como La Habana y Camagüey, lo cual supone una dura competencia para la flotilla de taxis estatales que también recorren las calles en busca de clientes.
El precio de moverse en un auto estatal por Varadero es todo un escándalo. En el caso de los transportistas privados, el precio es un poco menos, pero igualmente alto en comparación con lo que cuesta subir a un “almendrón” en la capital, por solo citar un ejemplo.
Varadero funciona como una especie de bazar gigantesco. Allí, lo mismo puede encontrarse un móvil de última generación que olvidó algún huésped en un hotel, que una caja de whisky Black Label a mitad de precio. Para quienes viven del “trapicheo”, Varadero es un entorno de ensueño.