Todos los meses, Eduardo se llega sobre la misma fecha a una pequeña clínica de extracción de sangre en la avenida Mayía Rodríguez, en La Víbora, para hacer su acostumbrada donación.
“Tengo una tarjeta de donante permanente. El Estado, a cambio de mis donaciones de plasma, me otorga todos los meses un kilogramo de pollo y algunas libras de viandas. A veces pasan varios meses y nada de que me den lo que me deben. Cada vez que me saco sangre me dan un bocadito de jamón y queso y un refresco. Eso, aunque puede parecer una bobería, me sirve para complementar la dieta, ya que la comida en Cuba está carísima”, cuenta Eduardo.
“Lo jodido es que muchas veces hay atrasos. En cada municipio hay una bodega asignada para que se les distribuyan los alimentos a los donantes, pero esto pocas veces se cumple. El pescado, por ejemplo, brilla por su ausencia. Varios de los que donamos sangre hemos enviado cartas al Ministerio de Salud Pública para protestar por el faltante de los suministros. Sin embargo, como mismo sucede en otras esferas, lo que obtenemos es la callada por respuesta”, cuenta este donante.
Según una de las enfermeras de este puesto de extracción de sangre, quien prefirió no revelar su identidad, la lista de donantes va disminuyendo cada año, ya que las personas prefieren vender la sangre a quienes la necesitan.
“Hay gente que paga entre 120 y 250 pesos por la sangre porque la necesitan para algún familiar o amistad. A veces se paga hasta más que eso”, asegura esta enfermera.
Por su parte Danaisis, quien trabaja como médico hace unos tres años, reconoce que:
“El plasma no es suficiente ni en los bancos de los grandes hospitales donde a diario se realiza gran cantidad de operaciones. Cuando un paciente tiene que ser intervenido quirúrgicamente, la sangre deben donarla sus familiares. De lo contrario, recurrir a personas que cobran 500 CUP por una donación”.
“Yo he llegado a cobrar hasta 500 CUP por una donación y hay meses en los que incluso hago dos. Con bastante frecuencia me hago chequeos médicos para saber cómo está mi sangre. La gente a quienes les vendo el plasma exigen que les muestre los resultados de un análisis reciente. Con ese dinerito puedo tantear los gastos para mantener a mi hijo”, cuenta Daniel.
En cada uno de los hospitales de la Isla existe un banco de sangre. Sin embargo, los médicos aseguran que el plasma no es suficiente para satisfacer la demanda.
“El déficit de plasma es constante. Yo le sugiero a mis pacientes que consigan un donante en su familia si tienen que operarse. Si llega a darse el caso que son gente de dinero, entonces les digo que lo compren. En el hospital en el que trabajo el plasma se reserva para casos complejos y puntuales”, cuenta un doctor habanero que tampoco accedió a revelar su identidad.
En medio de la crisis sanitaria que se vive actualmente por el coronavirus, algunas personas han encontrado en las donaciones de sangre una vía de escape con respecto a la lucha diaria por el abastecimiento: tienen a mano, reservados por el Estados, productos altamente demandados en estos tiempos y además pueden acceder a ellos sin tener que lidiar con las kilométricas colas en las afueras de las tiendas.
Por decisión de los gobiernos de cada una de las provincias cubanas, en cada territorio existen mercados que se encuentra destinados de manera exclusiva a vender a estas personas.
Quienes donan sangre tienen acceso a una gama de productos con un monto total de 200 pesos entre lo que se encuentran panqués, galletas de sal, natillas, refresco instantáneo, pomos de dulces en almíbar, mermeladas, vino seco, sirope. A su vez, se les reservan varios rones, cerveza Heneiken, vinos y lácteos como el yogurt natural, cajas de helado, y quesos.