Sagua la Grande fue una de las ciudades más prósperas de Cuba; pero hace mucho tiempo todo progreso se fue.
El abandono de la que fuera una de las urbes más importantes de Cuba se hace patente también en su cementerio, situado a unos pocos kilómetros del centro de la Villa del Undoso, que se encuentra en un lamentable estado ruinoso ante la desidia de las autoridades.
La necrópolis fue construida a inicios del siglo XX, cuando la expansión urbana se tragó el viejo cementerio sagüero.
El primer panteón que se observa a su entrada es el de la familia Arenas – Armiñán, un poderoso clan que llegó a ser uno de los más acaudalados de Sagüa la Grande.
Si la capilla de estilo neogótico ha visto pasar sus mejores tiempos, lo que le sigue dan deseos de llorar.
Aunque el cementerio no ha agotado aún todo el terreno disponible para las inhumaciones, las cajas con restos humanos huesos se han ido amontonando sobre las bóvedas, al lado de las bóvedas y detrás de las bóvedas.
Las tumbas yacen en un lamentable abandono, rodeadas de aguas pantanosas y pestilentes. El moho ha cubierto por completo innumerables panteones y resulta imposible leer los nombres de los que allí descansan.
Lo peor es que muchas permanecen abiertas, vencidas sus lápidas por el paso del tiempo o los actos vandálicos, y los esqueletos completamente expuestos a los elementos.
La administración del cementerio y los sepultureros hacen lo que pueden para dar mantenimiento a algunos panteones y los sagüeros llevan flores a sus muertos esquivando los huesos que permanecen amontonados a la vista de todos.
Un pueblo tan orgulloso como Sagua la Grande no se merece que su camposanto se encuentre en tal estado de abandono.
Los cementerios son lugares para el descanso eterno, no para exponer los huesos de los muertos al sol como si estuvieran en una playa.
