Mi Hogar Feliz es el primer asilo “privado” del que se tiene noticias en Cuba. Se encuentra situado en el Vedado, en una de las zonas más céntricas de La Habana. En cuatro pequeñas habitaciones, pulcras y ordenadas atiende a sus diez clientes ancianos, el mayor de los cual tiene más de cien años.
Su dueña es Luisa Inés García, quien hace unos años se vio en la obligación de dejar su empleo como laboratorista para cuidar de su padre enfermo.
Como no existía ningún lugar del Estado donde pudieran atenderlo decidió hacerla ella misma. Allí le surgió la idea de fundar un Home para cuidar ancianos, un negocio con demanda y perspectivas en una nación que envejece aceleradamente.
El local abre de lunes a viernes y tiene dos planes para los clientes. Uno en el que atiende a los ancianos por el día (muy similar al de las Casas de Abuelos que regenta el Estado) y otro en el que los cuida las 24 horas del día.
La mayoría de sus clientes opta por la segunda modalidad. Dentro del precio se encuentran incluidos, además de la atención, la alimentación de los ancianos, el lavado de su ropa, el seguimiento médico y el aseo.
En todos los aspectos la calidad es superior a las instituciones estatales; pero también lo es el precio, varias veces superior al ingreso medio de los cubanos.
Cuando Luisa Inés decidió abrir Mi Hogar Feliz se topó con el impedimento jurídico de que en Cuba no existía la posibilidad de crear un Home.
Aún así persistió y con el permiso de cuidadora pudo abrir su negocio. A las autoridades no les molesta la competencia.
Todo lo contrario, pues son incapaces de responder a la altísima tasa de solicitudes insatisfechas que existen para las instituciones similares en el sector estatal.
Mi Hogar Feliz cuenta con su propio personal de asistencia: dos enfermeras jubiladas y el esposo de Luisa Inés, quien es médico y vela por la salud de los ancianos.
El negocio va bien y la demanda no deja de crecer, pero es sumamente estresante para los que lo administran.
Luisa Inés no recomienda un empeño similar al que no tenga vocación y se sienta a gusto entre las personas de la tercera edad, pues aunque la retribución económica es muy importante, lo fundamental para regentar un home es inclinarse a la caridad.