En Cuba se le llama chismosas a las personas que viven metidas en la vida de los demás y que se quieren enterar de todo para luego transmitirlo a otros. A su vez, también son llamadas como “radio bemba”, frase que hace alusión a que la información obtenida va de boca en boca.
Estos personajes están presentes en todos los rincones del país, incluso hasta 2 y 3 por cuadras. Los modus operandis con bien diversos, lo mismo conforman grupos para intercambiar información que operan en solitario.
Muchos aseguran que estas personas no tienen nada más que hacer en su vida y por eso les alcanza el tiempo para andar en el chisme, pero lo cierto es que los hay que han convertido del chisme en su segunda profesión y le ponen mucho empeño al cumplimiento de esta especie de jornada laboral no remunerada.
Como es de suponer, los más eficaces son aquellos que se pasan el día en barrio y que logran enterarse al momento y de primera mano de todo lo que suceda.
Uno de los temas más populares entre los chismosos es el de las infidelidades. Nada más basta que a fulana la vean conversando con alguien que no es el marido para que comience el “chuchuchu”.
A medida que la información (el chisme) va pasando de boca en boca, se van aumentando detalles que poco importa si son ciertos o no y, cuando ya llega a la quinta o sexta mano la información, lo más seguro es que aquella mujer (por solo poner un ejemplo) a la que vieron conversando, ya le hayan encasquetado que salió medio despeinada de un alquiler y luego se montó en un carro con un hombre que ni de lejos es el marido.
Algunos de estos personajes se han vuelto una parte fundamental en la sociedad cubana, ya sea por los problemas que causan con los enredos que arman o por lo gracioso que resulta verlos contar lo que a su parecer es “la última”.