En La Pampa, No. 103 de la calle Marina frente al Parque Maceo en el municipio de Centro Habana, funcionó hace muchos años una posada; hasta que las malas condiciones del inmueble obligaron a la empresa propietaria a cerrarla. Entonces pasó a la Microbrigada de Centro Habana con la idea de que se el edificio se habilitara para viviendas; pero pasaron 20 años y nada se hizo.
Cuando la posada cerró a finales de la década de 1990, la Microbrigada de Centro Habana envió a Andrés para que “restaurara” la red eléctrica del edificio. Él fue el primero en llegar a La Pampa y ocupar uno de los cuartos cercanos a la entrada principal. De la misión que le encomendaron poco pudo hacer por el deterioro de los cables y sólo se convirtió en un custodio, encargado de evitar que la antigua posada fuera invadida por ilegales en busca de un lugar donde vivir.
También fracasó en eso. Los constructores nunca llegaron, pero sí comenzaron a hacerlo los ilegales y a ocupar los cuartos vacíos. Microbrigada de Centro Habana envió dos custodios y cuando estos tampoco pudieron detener la invasión, la empresa optó por entregar los cuartos de La Pampa a sus propios trabajadores de manera “transitoria”.
La provisionalidad se volvió eterna y pasaron casi 20 años. Los vecinos formaron un CDR, hicieron contratos con la Empresa Eléctrica, Acueducto y Alcantarillado, Gas. Lo único que nunca consiguieron fue reflejar en sus carnets de identidad que vivían allí. Para las autoridades continuaron siendo ilegales.
Finalmente la Microbrigada de Centro Habana desapareció como empresa y los dejó a todos embarcados. Nunca puso un bloque y con su extinción murieron también las promesas de mejorar en algo las condiciones constructivas de La Pampa.
Allí lo único que se mantuvo más o menos bien fue la fachada; pero paredes adentro los problemas se multiplicaban: el agua dejó de llegar a los apartamentos por el calamitoso estado de las tuberías, las familias se multiplicaron y el hacinamiento empeoró. En lo que antes había sido una posada, la intimidad desapareció por completo.
La Pampa se convirtió en un edificio fantasma para las autoridades. A las instituciones y el Gobierno local de Centro Habana, atribulados por la infinidad de problemas de los que tienen los papeles en regla, les importan bien poco los problemas de los ilegales.
Sólo cuando existen eventos extraordinarios como huracanes o penetraciones del mar se preocupan por los vecinos de La Pampa, a los que trataron de sacar en más de una ocasión en vano.
En enero de 2016 la planta alta de La Pampa sufrió un derrumbe parcial. Cuando llegaron los bomberos y observaron las condiciones del edificio alertaron al Gobierno del municipio de que en esas condiciones no podía vivir ninguna persona. Sólo entonces un arquitecto de Vivienda certificó que el inmueble era inhabitable e irreparable.
Dos días después los trasladaron en un ómnibus hacia un albergue de tránsito en el municipio Rancho Boyeros. El presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular les aseguró que el traslado sería por sólo 72 horas, razón por la que los vecinos dejaron la mayor parte de sus propiedades en La Pampa. No consiguieron volver.
Todavía esperan que el Gobierno les dé solución a su problema y de vez en cuando dan vueltas por sus antiguos cuartos de la calle Marina. Saben que la transitoriedad del albergue se puede eternizar, como se eternizó su presencia en La Pampa hasta que les cayó encima.