Cuba tiene un negocio redondo, del que apenas los cubanos conocen: la exportación de miel. Mientras a los productores en la Isla se les paga unos 500 dólares por toneladas, el Gobierno obtiene hasta 4500 dólares luego que la vende en el mercado internacional, llegando a reportarle más de 20 millones de dólares anuales a las arcas del Estado…
De acuerdo con cifras oficiales publicadas por el Gobierno cubano, en el año 2018 se produjeron en el país 8,834 toneladas de miel, de las cuales unas 1,900 toneladas fueron certificadas como “miel orgánica”, lo que marcó un “récord nacional”.
Según una consultada realizada por nuestra redacción, el precio de la miel a granel alcanza hasta los 4500 dólares por tonelada, mientras la miel orgánica, en la variedad multifloral que es la que se produce en la isla, puede rondar hasta unos 14000 dólares. El Estado, sin embargo, apenas paga a los productores cubanos unos 500 dólares por tonelada, sin importar su tipo.
Las cuentas son sencillas: El gobierno cubano invirtió el pasado año 4.4 millones de dólares en pagarle a los apicultores cubanos por 8,834 toneladas de miel. Sus ganancias por otro lado, fueron MILLONARIAS: por la miel a granel se ingresaron a las arcas estatales unos 31 millones de dólares, mientras por la miel orgánica las ganancias fueron de aproximadamente 26 millones de dólares.
La Empresa Apícola Cubana (Apicuba), la que se encarga de gestionar toda producción y exportación de miel en la isla, asegura que este año se debe alcanzar un nuevo récord histórico nacional de toneladas de miel producida, llegando a alcanzar más de 10 mil toneladas.
El 95% de la miel cubana se exporta y los principales destinos son Alemania, Francia, España, Gran Bretaña y Suiza; y están trabajando para insertarse en el mercado chino y en el mercado de Arabia Saudita, de acuerdo a las propias autoridades del sector.
Cuba tiene unos 1,660 apicultores, de los cuales un centenar están en proceso para certificar su miel como orgánica.
Los productores cubanos no utilizan ningún tipo de químicos a la hora de fumigar los apiarios, de chapearlos y no usan antibióticos para su tratamiento. Con la técnica de “panal trampa”, que atrae a la plaga y protege al resto de la colmena, han logrado mantener bajo control la varroa destructor, un ácaro convertido en la principal amenaza para la apicultura en el mundo.
Esto parece apuntalarse como un buen negocio para el Gobierno cubano, sobre todo porque los campos de la mayor de las Antillas no existen grandes riesgos ni amenazas para las abejas.
Por decreto, todos los apicultores cubanos, con más de cinco colmenas, están obligados a vender su miel a Apicuba, que, a cambio, les da a precios subsidiados combustible y equipos e insumos.