Riomar, la mole que el Gobierno cubano tiró al olvido en uno de los barrios más elitistas de La Habana

Redacción

Riomar, la mole que el Gobierno cubano tiró al olvido en uno de los barrios más elitistas de La Habana

No son pocos los edificios en La Habana que, a pesar de encontrarse en un avanzado estado de depauperación, sirven como viviendas a numerosas familias carentes de la posibilidad de un hogar mejor. Por ello, resulta en extremo curioso que un edificio moderno se encuentre vacío justo en uno de los barrios más elitistas de la capital. Este el caso de Riomar.

Ubicado en la calle 1era entre Cero y A, reparto Miramar, este inmueble hace que quienes pasen por sus inmediaciones no puedan evitar preguntarse el cómo es posible que, con tanta gente sin casa, ¿por qué no vive nadie ahí?

Edificio Riomar en 1968

El edificio se construyó en 1957 y las obras estuvieron a cargo del arquitecto Cristóbal Martínez Márquez. Su primer dueño fue la Compañía Mercantil “Propiedad Horizontal Miramar S.A.”.

Riomar fue concebido como un edificio de propiedad horizontal, de aquellos que se ponían en venta sus apartamentos incluso antes que estuvieran construidos. Los detalles de su interior, estaban a consideración de los gustos de sus futuros dueños.

Edificio Riomar en 1968

Además de los 11 pisos de apartamentos, contaba en la planta baja con vestíbulo, carpeta y casilleros para la correspondencia; pizarra telefónica con teléfonos intercomunicadores en cada apartamento para comunicación interna y con salida a la calle; sala de estar-recibidor (donde hoy está la farmacia); tres salones de fiestas (los que están entre el vestíbulo y el área exterior de las piscinas); dos piscinas (para niños y adultos) con sombrillas, tumbonas, duchas en las áreas exteriores, servicios sanitarios para hombres y mujeres, máquinas expedidoras de refrescos, confituras, etc.; 6 ascensores (4 de público, 1 de la piscina y 1 de carga); una plaza de parqueo en el sótano para cada apartamento; áreas de tender cerradas con puertas y celosías en la azotea para cada apartamento; chutes de basura en cada piso con incinerador en el sótano.

El mantenimiento de aquella colosal obra generaba no pocos empleos, ya que los propietarios se encargaban de pagar una mensualidad a quienes garantizaban que todo marchase como debía y que cubría todos los gastos de cualquier arreglo (inmediato) de plomería, electricidad, carpintería, etc.

Edificio Riomar en 1974

Todo se fue a pique con la aprobación de la Ley de la Reforma Urbana en Cuba en 1960. Quienes eran propietarios salieron “echando leches” del país y dejaron atrás sus apartamentos, los cuales, curiosamente, nunca fueron puestos a disposición de los «humildes».

La zona se declaró como «congelada» y aquellos apartamentos abandonados fueron ocupados posteriormente por “técnicos extranjeros”.

Piscina del edificio Riomar 1974

Se alojaron chilenos, rusos, alemanes, búlgaros, checos y profesionales cubanos de mucho prestigio en el interior del país que venían a la capital a ocupar puestos importantes en el gobierno.

La empresa Cubalse era la dueña del edificio e hizo un intento por repararlo en el 2001 para construir un hotel. Aquella empresa, sirvió como pretexto para concentrar a los propietarios en uno de los bloques del edificio.

Por cosas y cosas, de pronto no se contó con el presupuesto para acometer la obra y, luego que el Gobierno reestructurase Cubalse en el 2009, no se sabe en manos de quien quedó esta edificación.

Estado actual del edificio Riomar

En la actualidad, es tanto el caos en el edificio que quienes lo habitan tienen documentos de apartamentos que no son los que viven.

Esto hace que las familias se vean obligadas a permanecer allí. No pueden repararlo con esfuerzo propio, pero tampoco permutarlos o venderlos. Sus vidas están atadas a las ruinas de un inmueble que cada año el mar corroe más profundamente.

Riomar quizás represente uno de los más grandes ejemplos de la desidia del gobierno cubano. No pudieron llegar a ocuparlo en su totalidad nunca, pero tampoco entregaron sus maravillosos apartamentos a sus distinguidos cuadros porque se hubiese armando una buena si estos habitaban un edificio con piscina justo en uno de los barrios más caros de la capital

No se pudo transformarlo en hotel, porque estaba diseñado para albergar a unas 200 familias, por lo que se dejó morir lentamente en una egoísta actitud de «si no eres mío, no serás de nadie».

Solo 4 familias viven hoy en el edificio, que se negaron a marcharse de allí. Todos ellos son herederos, de alguna forma, de los dueños originales, o vivían allí en un apartamento alquilado al momento de decretarse la Ley de Reforma Urbana. 187 apartamentos siguen vacíos dese hace más de 20 años…