Sergio Oliva fue un fisiculturista cubano a quien se llegó a conocer como “El Mito”, apodo que se le puso porque todos los que lo vieron en la Ferial Mundial de Montreal, en 1967, concordaban en que Oliva era simplemente increíble.
Nacido el 4 de julio de 1941 en Guanabacoa, en una numerosa familia de 22 hermanos, cuando tenía apenas 12 años se fue a trabajar a los campos de azúcar junto a su padre.
Su camino en el fisiculturismo comienza de pura casualidad, ya que un día se encontraba tomando el sol en una playa cubana cuando lo descubrió un profesor de levantamiento de pesas profesional.
El día en que se presentó por primera vez al gimnasio, el profesor le dijo: “No digas nada y no hagas nada, solo ve a esa plataforma de elevación”. Seguidamente, le acercó una barra olímpica con dos pesos de 45 libras a cada lado y le pidió que la levantase tan alto como le fuera posible. Sergio lo tomó y sin ningún problema lo subió hasta la encima de su cabeza. En ese momento el profesor comenzó a gritar: “Lo he encontrado, lo he encontrado”. Sergio llegó a pensar que aquel nombre se había vuelto loco, pero lo cierto es que se había puesto de esta forma al ver el potencial que tenía delante de sí.
En tan solo seis meses de entrenamiento Oliva ya hacía más de 300 libras y un total de 1000 libras en los tres ascensores olímpicos. Para ese entonces, pesaba 195 libras y era considerado un medio-pesado.
Cuando ya había transcurrido 9 meses de haber comenzado su entrenamiento, superó la marca cubana para su peso e incluso, en el mismo evento, pidió una segunda ronda en la que rompió nuevamente el recién alcanzado récord.
En 1962, el Campeonato Nacional de Levantamiento de Pesas en Cuba fue ganado por Alberto Rey Hernández y Sergio quedó en el segundo puesto. Sin embargo, al Rey sufrir una lesión, Oliva es seleccionado para representar a Cuba en los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Kingston, Jamaica, en 1962.
Con vistas a su participación en el evento, Sergio viaja a Rusia para entrenar junto a los mejores halterofilistas del mundo durante un período de meses. Aquella preparación le permitió refinar su técnica y hacerse con las herramientas necesarias para ganar varias medallas de oro en los Juegos Panamericanos.
La vida del cubano dio un giro total durante el verano de 1963 cuando, en vez de presentarse en una competencia de los Juegos Panamericanos, se fugó del hotel jamaiquino en el que se hospedaba la selección cubana y pidió asilo en la Embajada estadounidense.
Tras su llegada a Estados Unidos se asentó en Miami. Allí, comenzó a ganarse la vida arreglando televisores. Más adelante se muda a Chicago, donde realmente empieza a moldear su ya trabajado cuerpo hercúleo.
Sergio no hablaba nada de inglés, pero siempre supo cómo emplear bien la cabeza y logró reunir una selección de las más importantes revistas sobre el fisiculturismo y tomó elementos de las rutinas de presentación de John Grimek y Steve Reeves y luego le incorporó sus propios detalles y comenzó a hacer culturismo en serio.
Empezó a tramitar su entrada a la IFBB donde a los pocos meses de haber sido aceptado, ganó el Mr. Mundo IFBB en 1966, el mismo año que de forma polémica había perdido el Mr. América por tercera vez, a pesar de ser el que más premios había obtenido por partes de su cuerpo y en musculatura. Así inicio su interés en el Torneo de Joe Weider, el Mr. Olympia, que por aquel entonces dominaba Larry Scott.
Después de ello, y con sus músculos muy a tono, bien proporcionados y con una masa fuera de lo normal, Sergio empezaba a ver el Olympia como algo que podía ganar si seguía haciendo las cosas tan bien como hasta el momento. Claramente, se veía con posibilidades de alzarse con él. Antes de ir a por el Olympia, Sergio ganó el Mr. Universo IFBB en 1967.
El Mr. Olympia no tardó en llegar y a solo cuatro años de comenzar sus entrenamientos en Estados Unidos, Oliva se alzó con su primer título en esta competición durante el año 1967. Así se inició una carrera sin precedentes y el grado que alcanzo como culturista ha sido inigualable. Repitió su éxito por tres años consecutivos, coronándose en el Mr. Olympia de 1967, 1968 y 1969.
Estos tres concursos resultaron significativos para Sergio empezando su reinado como el culturista más grande de los años 60, y posiblemente de todos los tiempos, el segundo que ganó sin oposición, la primera y única vez en la historia de Olympia que se logró esto, y en la tercera derrotando a un joven austriaco llamado Arnold Schwarzenegger. De hecho, esa sería la única derrota del exgobernador de California en todas sus participaciones en Míster Olympia. Un hombre que se convertiría en su enemigo del arco y le proporcionaría sus más monumentales batallas de culturismo.
En 1970 Arnold y Sergio se vieron las caras nuevamente, pero en esta ocasión se impuso el austriaco. Aquello hizo que el cubano se centrara más en su entrenamiento y que incluso no participase en el año 1971 con vistas a garantizar su regreso triunfal al año siguiente en Alemania.
Para muchos, en esa ocasión el cubano compitió en su mejor forma física, pero una vez más no pudo vencer a Arnold, quien no se encontraba en su mejor momento.
Hizo su regreso a la IFBB en el Mr. Olympia de 1984, gracias a la gestión personal de Joe Weider, con 43 años de edad. Muchos de sus aficionados creen que hizo un retorno memorable pero el jamás creyó lo mismo, ya que no se había preparado lo mejor que pudo, pero sin embargo parecía ser un contendiente a quedar entre los cinco primeros.
Mantenía su antiguo tamaño y las increíbles proporciones que le hicieron famoso, pero su relieve muscular resultaba ligeramente escaso para los requerimientos del día. Al final se colocó octavo ganando el título irónico «La octava maravilla del mundo». Al siguiente año, tras probar sin suerte de competir nuevamente al más alto nivel, se retira definitivamente de su carrera profesional.
A diferencia de Arnold Schwarzenegger, Sergio trabajaba y no era un culturista de tiempo completo, por lo que no podía entrenar dos veces al día como Arnold. Siempre trabajó muy duro, mientas otros fisiculturistas estaban gozando del sol y la resaca de California, Sergio se preparaba.
Bebía un galón de leche todos los días y dos galones de agua. Llegó a trabajar hasta 14 horas diarias para luego ir al gimnasio a realizar sus tres horas de brutal entrenamiento. Cuando llegaba a casa solo comía y caía muerto hasta el día siguiente. No fumaba ni bebía, solo trabajaba y hacia deporte. Los sábados iba a bailar salsa, su único hobby, y los domingos si había alguna película que le gustara iba al cine. El lunes comenzaba su puntual rutina nuevamente.
El cubano también probó suerte en el cine y actuó en dos películas, aunque con poco éxito. El episodio más trágico de su vida aconteció en 1986, cuando su esposa Arleen Garrett intentó cometer homicidio en su contra, tras una discusión doméstica, y le dio cinco disparos con un calibre .38 en el abdomen, que le atravesó las costillas y el hígado. Sin duda, su mastodóntico cuerpo le ayudó a sobreponerse a las heridas.
Creó tres poses de competencia que nadie ha podido copiar, incluyendo la Postura de la Victoria. Solo el fisiculturista Lee Priest llegó a acecharse a imitarlas pero como dijo el mismo Oliva: «Bueno, lo intentó, pero sabes que estaba a una milla de distancia de la original».
Su entrenamiento nunca cambio. Siempre fue al gimnasio de lunes a viernes y descansaba el resto de la semana. Sus brazos fueron siempre algo tan fuera de lo común que el único que logró acercársele fue Arthur Jones. Median 22 pulgadas y media. Nadie tenía eso, eran más grandes que su cabeza. Su cintura también era de locura, con 27 pulgadas y un peso corporal de entre 240 y 245 libras, no había manera de encontrar otro competidor con ese peso y una cintura como esa.
Sergio Oliva fijó un nuevo estándar para el fisicoculturismo competitivo; Amado por millones, venerado por muchos y temido por algunos. Era tan grande y extremadamente proporcionado que solía dar escalofríos a sus adversarios. Así es como adquirió el nombre El Mito. Sergio Oliva murió el 12 de noviembre de 2012 en el hospital St. Francis de Evanston, Illinois, Chicago, debido a una aparente insuficiencia renal. Tenía 71 años.
Tras la muerte del cubano, Schwarzenegger escribió en su cuenta de Twitter: «Oliva ha sido uno de los grandes fisiculturistas de la historia y un temible competidor con personalidad única».