Desde que era tan solo un joven, José Luis Casañas, un guajiro cubano del municipio Los Palacios, en la provincia Pinar del Río, creyó que dejarse picar por «bichos» era una muy buena opción para prevenir enfermedades.
En un primer momento comenzó con las abejas, pero en cuanto supo que existía una medicina elaborada a partir del veneno de los alacranes para tratar a las personas enfermas de cáncer, comenzó a experimentar dejándose picar por estos animales.
Su idea era bien sencilla, si el veneno del alacrán servía para el cáncer, entonces tenía también que curar otras cosas.
Con este razonamiento en mente, se dirigió al patio de su casa y comenzó a levantar piedras hasta que encontró un alacrán, se lo pegó a la cintura y espero a que este lo atacara.
Desde aquella primera vez han pasado ya más de 10 años y José Luis asegura que ha sido una especie de remedio santo .Ahora siempre anda con un alacrán bajo su sombrero porque dice que no sabe en qué momento lo va a necesitar y que es mejor tenerlo cerca que ponerse a buscarlo.
José Luis no tiene la más mínima idea de las propiedades del veneno que circula por su sangre, ni de como este lo ayuda a combatir los achaques que padece. Sin embargo, asegura que desde que comenzó este “tratamiento alternativo”, la inflamación en las articulaciones y los dolores musculares han desaparecido. Eso sí, se deja picar en todas partes menos en la yugular, ya que considera que ahí sí puede ser peligroso.
Para poder tener siempre una provisión de alacranes a mano, José Luis destinó un rinconcito de la finca de su familia para criarlos. Cada mañana, antes de ir a trabajar, recoge uno, lo pone bajo el sombrero y por la tarde lo regresa.
Una vez le tiró el sombrero a una gallina, para espantarla, sin recordar que el animal estaba allí. Cuando lo recogió y se lo puso, el alacrán, furioso por la sacudida, le clavó el aguijón en medio de la cabeza: “Esa vez me dolió como nunca, pero después se me quitaron todos los achaques durante mucho tiempo”.
Lo que para José Luis es un “remedio santo”, para las demás personas no es más ser un veneno mortal que se está introduciendo en el cuerpo. No obstante, él se empeña en defender la idea que el veneno del alacrán le seguirá permitiendo disfrutar de una mayor calidad de vida.