En el año 1956, Fulgencio Batista propuso un cambio en la ciudad de La Habana que pretendía convertirla en una de las ciudades más modernas de América Latina. Entre sus planes, estaba la idea de construir una inmensa isla artificial frente al icónico malecón habanero, que pudo haber cambiado para siempre la forma en que los cubanos vemos el mar…
Su gran invención formaba parte del ahora olvidado Plan Piloto de La Habana, con el que el entonces presidente quería darle más carácter a la ciudad capital y centro turístico, y así atraer visitantes e incrementar las fuentes de ingresos.
Por aquel entonces La Habana se encontraba repleta de turistas estadounidenses. El gobierno, había dado riendas sueltas al plan, aunque solo se priorizó la construcción de hoteles como el Riviera, el Rosita de Hornedo, entre otros, para poder contar con la capacidad de acoger a los visitantes.
La estrategia era convertir la ciudad de La Habana en Las Vegas caribeña, y así hoteles como el Riviera y el Capri serían construidos con las inversiones por parte de Meyer Lansky y Santos Trafficante, respectivamente.
El tema tuvo mucha tela por donde cortar en su momento, ya que los acuerdos de Batista con la mafia italoamericana buscaban que La Habana fuese otro Montercarlo de América.
Solo los más viejos recuerdan aquella idea de construir una isla frente al Malecón. El Havana Pilot Plan fue Made in USA con etiqueta de Harvard y quizás la idea más controversial sería esta islita, nada pequeña, que tendía una forma rectangular, con 2,500 pies de largo por 100 de ancho conectándola a tierra firme con la prolongación y extendiéndose entre las calles Belascoaín y Galiano, desde donde se tendría acceso al novedoso proyecto.
Con ella se trataba de ganar terreno útil al mar pero, al mismo tiempo, respetar la llamada “curva del Malecón tradicional” donde se apiñaban, frente al litoral, edificaciones de diversas épocas y estilos (muchas perdidas hoy) que daban y dan a La Habana su atractivo único.
De haber sido construida, quince manzanas del histórico Malecón habanero hubiesen perdido para siempre la vista al mar, por los grandes edificios que allí se levantarían.
Sin embargo, tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959, el proyecto quedó en el olvido… el proyecto no pasó más allá de los planos y nunca llegó a concretarse…
Así se quedó La Habana sin su isla frente al Malecón. ¿Para bien?, no sé, será siempre una cuestión de opiniones.