En La Habana existe un restaurante único en Cuba, y quizás del que existan poco con su característica en el mundo. Se trata del Gran Azul, cuya gran curiosidad es que puedes disfrutar de una buena cena casi debajo del agua y mientras admiras un espectáculo de delfines, que nadan junto a los comensales, solo separados por una gran plancha reforzada de acrílico.
Este restaurante sui géneris se encuentra dentro del Acuario Nacional de Cuba, en el municipio habanero de Playa, y cuando nos adentrarnos en él nos transmite una magia que, combinada con su estilo acogedor y sus inigualables vistas, deja sorprendido a más de uno de sus visitantes.
Al atravesar el recibidor llegamos a un majestuoso salón con un sorprendente ambiente acuático que cuenta en uno de los laterales con una pared acrílica de unos 30 cm de espesor, la cual hace sentir a los comensales como si realmente se encontrasen bajo el mar.
Con sus 13 metros de ancho y 3 de alto, este cristal acrílico de aproximadamente una tonelada de peso, resulta suficiente pata contener los casi 500 metros cúbicos de agua del estanque aledaño.
Sin duda alguna el lugar cobra majestuosidad cuando aparecen en escenas los verdaderos protagonistas, quienes se convierten en el atractivo principal para gran parte de los que asisten a diario al acuario: los delfines.
Ingeniosamente el Restaurante Gran Azul se encuentra ubicado justamente debajo de las gradas del estanque de estos seductores mamíferos, que tal pareciera que están conscientes de lo mucho que disfrutan sus espectadores de las maniobras que realizan y resulta bastante frecuente que se acerquen cariñosamente a la cristalina pared y tal parece que lo hicieran a modo de saludar a su audiencia.
Este curioso restaurante comienza a ofrecer sus servicios desde las 12 del mediodía, y entre sus ofertas gastronómicas pueden encontrarse los llamados tablets que incluyen camarón, langosta, filetes de pescado, entre otros.
El show con los delfines se realiza tres veces al día, lo cual hace que muchos de los visitantes acomoden horarios para sentarse a la mesa justo medio de la función, ya que durante este tiempo es cuando más movimiento hay en el estanque.
Una oferta curiosa de este restaurante es la de permitir disfrutar del espectáculo a través del acrílico, sin sentarse a la mesa o consumir plato alguno, por un precio que oscila entre los 5 y 7 cuc.
Comer en este restaurante bajo el agua y disfrutar de una experiencia única en el país es algo que sin lugar a dudas atrae al lugar a muchísimos visitantes. Eso sí, hay que ir “preparado” porque algunos platos principales pueden llegar a costar sobre los 13 dólares, lo cual no es nada cariñoso si se toma en cuenta los bajos salarios de la Isla.
Visitar este espacio y comer en este maravilloso restaurante bajo el agua y disfrutar de su variado y rico menú es una experiencia única y maravillosa que no te puedes perder.