Este pueblo en Uruguay es el Miami de los cubanos en Latinoamérica

Redacción

Este pueblo en Uruguay es el Miami de los cubanos en Latinoamérica

No hizo falta mucho más que un cubano “regara” lo bien que le iba viviendo en Santa Rosa, Uruguay, para que pequeños grupos de isleños fueran llegando a este poblado al verse tentados por las bondades de alquileres económicos y la posibilidad de conseguir trabajo bien remunerado sin mayor esfuerzo.

La mayoría de ellos son procedentes de Ciego de Ávila, una ciudad central de Cuba, en donde el rumor de un compatriota despertó la curiosidad de todos además de oportunidad de crecer.

Cabe resaltar que no están viviendo en lugares de pésimas condiciones. La mayoría de ellos alquilan rentables casitas de dos o tres habitaciones donde habitan cuatro o cinco personas. Eso sí: cuando llegaron los primeros isleños estas viviendas estaban a 280 dólares por mes, y ahora subieron a 380 dólares. Le dicen ley de oferta y demanda.

La travesía desde Cuba hasta Uruguay dura, en el mejor de los casos, cinco días; demanda más de US$ 2.000 por persona

Sin embargo, Santa Rosa sigue marcando una amplia diferencia para los cubanos, sobre todo para Arnaldo Cuestas, un cubano que a pesar de no llegar con muy buen pie y pasar sus primeras noches pagando 138 dólares por noche en Montevideo, hoy confiesa que no se arrepiente de haber dado “el paso”.

Uno de los detalles que más llamó la atención de este cubano lo vivió justamente bajarse el ómnibus en Santa Rosa, ya que con todo lo que llevaba en la cabeza se olvidó por completo de su equipaje y por minutos lo dio por perdido.

Para sorpresa de Cuestas, una empleada de un quiosco cercano se dio cuenta de lo sucedido, contactó con la agencia de transporte y lo ayudó a que recuperara sus bienes.

“Esto definitivamente no pasa en Cuba. El que olvide un maletín en un transporte que se vaya olvidando de el”, comentó.

Esa misma persona le ayudó a conseguir las primeras “changas” y como siempre ha estado abierto a cualquier trabajo y las horas que conlleve, no pasó mucho tiempo en convertirse en albañil.

Las que tienen más suerte laboran unas semanas en la avícola del lugar (“El Poyote”) o en el campo, y luego deben revalidar sus títulos para ejercer la profesión. De hecho un médico que comenzó como cajero en el principal supermercado de Santa Rosa ahora viste de túnica blanca en Las Piedras ejerciendo su carrera.

La mayoría de los cubanos que han convertido Canelones en el Miami uruguayo trabaja haciendo «changas» (trabajos cortos e informales)

Para suerte de los cubanos, en Santa Rosa reciben el mismo salario que los locales, quienes aprecian mucho la mano de obra isleña porque no se quejan si hay que hacer horas extras o tienen que trabajar días feriados.

Otra cubana que siente que no pudo haber tomado una mejor decisión es Aniliuvis Rondón, quien trabajaba en una tienda en Cuba y ganaba unos $10 dólares mensuales (antes que subieran los salarios en la Isla) y ahora no se baja de los $600 dólares al mes haciendo prácticamente lo mismo.

Que Uruguay sea uno de los países menos violentos del continente, unido a que el proceso de obtener la documentación necesaria para trabajar no sea cosa del otro mundo, ha traído como consecuencia que miles de cubanos hayan hecho maletas para llegar a ese destino.

Cifras oficiales revelan que 4 de cada 10 cubanos que llegan a Uruguay son profesionales. Su excelente formación ha sorprendido a cientos de empleadores, los cuales no alcanzan a creer todos los trabajos que pasan los isleños para llegar al territorio.

Cuatro de cada diez cubanos que obtuvieron la residencia uruguaya, en los últimos dos años, son profesionales.

Guyana no exige visa a los cubanos, por lo que muchos lo toman como trampolín para iniciar su travesía. Una vez allí, comienza el sinuoso recorrido que a cada paso va restando dólares de sus bolsillos: primero para cruzar a Brasil y luego para avanzar hasta Porto Alegre. Desde allí se las deben arreglar para viajar a la frontera con Uruguay en lo que aparezca y,  una vez en Rivera o en el Chuy, solicitan refugio o entran de manera ilegal con la meta de regularizar su situación con la ayuda de las autoridades.

Los residentes del lugar no saben por qué los cubanos han elegido su ciudad para vivir, aunque ellos sin dudar hablan de Santa Rosa como lo más parecido a Cuba.