¿Qué ha sido de la vida Aurora Basnuevo y Mario Limonta, un matrimonio en la vida y en la actuación?

Luisa del Llano

¿Qué ha sido de la vida Aurora Basnuevo y Mario Limonta, un matrimonio en la vida y en la actuación?

El tema de la extinción del Instituto Cubano de Radio y Televisión por orden del gobierno se ubica por estos días en el foco de debates y opiniones. La medida ha venido acompañada de grandes polémicas en Internet, ese espacio virtual en el que los cubanos experimentan la pluralidad y libertad de expresión con la que muchos sueñan. Ya fuera de controversias y cuestiones políticas se hace interesante indagar en las generaciones de actores y actrices cubanos el significado de la institución, debatir sobre sus trayectorias en aquel edificio que tantos sentimientos encontrados genera y que se vincula con la vida de tantos personajes y programas de la pequeña pantalla que han dejado huella en la vida del pueblo.

no de los duetos más relevantes que han pasado por ahí sin dudas es el de Aurora Basnuevo y Mario Limonta, dos de las personalidades de mayor reconocimiento de la televisión y la radio cubana, unidos por el amor y la profesión. En la actualidad ambos rebasan los 80 años. Aurora tiene 83 y Mario 85. Son innumerables las series, novelas y programas radiales en que han participado durante años ganándose un espacio en muchas familias cubanas.

Aurora, natural de Matanzas nace en 1938 y su estreno sucedió en un grupo de aficionados. Luego, con el tiempo, alcanzaría la gloria. Colaboró con Héctor Quintero, con el grupo Rita Montaner y empezó a ganarse la admiración del público por su participación en los programas de aventuras y otros espacios.

Pero sus apariciones en el programa de humor San Nicólas del Peladero, en el que hizo pareja con Mario, marcó un antes y un después en la televisión nacional. Ambos interpretaban al Sargento Arencibia y su esposa. Ya con esa fama y calidad en la actuación se colocaron en el día a día de los cubanos con su larga trayectoria en Alegrías de Sobremesa, programa de Radio Progreso, el cual hasta su última salida al aire gozó con la mayor popularidad en la radio de la época, por no decir de la historia.

No eran pocos los que ansiaban la llegada del mediodía para oír las andanzas de esos amigos que vivían en un apartamento en La Habana y se reunían para tener interesantísimas charlas, rebosantes de picaresca. En el Estelvina acompañada de su mulato, Sandalio el Bola ‘o establecían con abundante humor y sabrosura variados diálogos que hicieron de los personajes de Aurora y Mario de los más importantes de Alegrías de Sobremesa.

Son decenas las películas cubanas en que ha formado parte la pareja. Compartiendo personajes en Miel para Oshún, así como en novelas y otros espacios televisivos, donde han llegado a realizar cameos.

La carrera de Mario en el cine es de altos quilates. Ha formado parte de filmes como De Cierta Manera, Los dioses rotos, entre otras. Su talento ha sido reconocido gracias a ese carácter fuerte y distintivo que le imprime a sus personajes y los finales más fuertes de las tramas.

Aunque no todo ha sido color de rosas en la vida de estos artistas. De hecho, lo han asumido en varias ocasiones en su apartamento en el Vedado, La Habana, donde viven rodeados de afiches de cine, cuadros y regalos de amigos y admiradores que evocan incontables recuerdos. Un ambiente que al entrar a la vivienda no deja a nadie indiferente, en el que se respiran más de medio siglo de carrera y entrega a la profesión.

Aurora y Mario también han sido víctimas de estereotipos y prejuicios que han sido lastres de la televisión. La actriz ha rechazado papeles que han querido mostrarla como esclava, ladrona o santera debido a su color de piel. Actitudes como estas, claramente racistas, ha trascendido igualmente a otros trabajadores del gremio negros o mulatos que frecuentemente aparecen en esos roles en los programas de la televisión cubana.

En la actualidad por la edad, ya no los llaman con frecuencia para trabajar. Solo realizan interpretaciones puntuales en algunos programas. Y siempre que esto sucede el público lo agradece. Su ausencia, no significa olvido. Por tanto todo los cubanos que han tenido la suerte de disfrutarlos los mantienen vivos en el recuerdo, a dos que constituyen historia viva de la radio y la televisión y de una institución que de la noche a la mañana desapareció.